Tres.

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Aquel martes, me sentí orgullosa al ganarle a Tiko

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Aquel martes, me sentí orgullosa al ganarle a Tiko. Yo ya estaba lista cuando él comenzó a cantar, baje las escaleras de prisa porque quería ayudarle a Nona a hacer el desayuno, pero al parecer esa mujer nunca dormía.

—¡Dios, mujer! ¿Cómo haces para siempre estar lista antes que todos? – le cuestione viéndola llevar una cesta de panecitos

—Adhy, me duermo a las ocho y media, claro que estoy lista antes de las seis – obvió

—bueno, sí, tienes un punto. – me reí – ¿necesitas ayuda con algo?

—¿puedes traerme el sartén que deje en la estufa?

No dije más, me adentré a la por lo que fuera que olía tan bien. Ella siempre quería lucirse con la comida más importante del día y yo no iba a detenerla, porque todo lo que hacía parecía digno de todas las estrellas Michelín.

Nono apareció con una bolsa en la mano, la cual dejo en mi lugar. Yo deje el sartén en la mesa, para curiosear.

—¿una semana aquí y ya merezco un regalo? – le dije, sentándome a su lado

—Jesse insiste en que trajiste ropa poco útil, así que busque algo adecuado para ti, espero que te quede y que te guste – su sonrisa se ensancho

Fruncí el ceño con su comentario y abrí la bolsa cual niña en navidad. Lo primero que note era una tela de mezclilla, ya sabía lo que era y me fascinaba que él haya pensado en eso.

Tres overoles, dos de ellos parecían ser nuevos, no sé si era adivino o habían curioseado en mi habitación, pero eran de la talla correcta y el otro llevaba manchas de pintura por las piernas.

—ese era de tu mamá. – comentó Nona –. Lo guardamos por alguna razón. Luego Marcy nos dijo que te gustaba la pintura también y pensábamos dártelo, pero no lo encontrábamos hasta hace un par de días

Tuve que tomarme un momento para no empezar a llorar. Desde pequeña siempre había querido dos cosas: volverme veterinaria para ayudar con la granja y tener mi propio taller de pintura.

Mamá incluso tenía varios de los cuadros que ella misma pinto por toda la casa. A mis cinco años empecé con las clases de pintura, no era buena al principio, pero sin duda, con el tiempo mejoré considerablemente. Ahí decidí que era algo que quería hacer por el resto de mi vida, sin embargo, papá tenía otros planes para mí.

—es... bueno... gracias por dármelo. – sonreí sin tantas ganas

El silencio se apodero del comedor, por lo que levante la mirada. Los dos se veían de forma extraña, intentando descifrar si decir algo más o dejar el asunto ahí.

—ya, díganme, ¿Qué pasa? – fui yo quien prosiguió

—cariño, nos encanta tenerte aquí, pero necesitamos saber si es por algo en específico. – Nona estiro su mano para atrapar la mía

Ocean Eyes || Daryl Dixon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora