Veinte.

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Por la mañana, la sensación de plenitud que me invadía era tan extraña

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Por la mañana, la sensación de plenitud que me invadía era tan extraña.

En los últimos años, lo único que lograba sentir era cansancio y frustración. Me obligaba a salir de la cama, arrastrándome hasta el baño para observar aquellos círculos negros que se formaban alrededor de mis ojos para luego tomar la ducha más fría que mi cuerpo aguantara y así no quedarme dormida en alguna de mis clases.

Los litros de café que necesitaba vía intravenosa eran insanos e insuficientes para mantenerme con energía y probablemente era porque odiaba mi vida.

Odiaba cada aspecto de ella.

La forma en que era manipulada en todos los sentidos.

Pero ahora todo era diferente, tenía la energía necesaria para salir de la cama, mi aspecto había cambiado por completo, aunque las ojeras seguían allí ya no estaban tan marcadas como antes, mis mejillas se notaban un poco más rosadas y esa sonrisa que no dejaba de salirme cada instante del día cuando él se me cruzaba por la cabeza.

Tuve que contener un chillido de felicidad al recordar lo que había sucedido entre nosotros la tarde anterior. Si me esforzaba un poco, juraría que podía sentir aún sus labios sobre mi piel, sus brazos intentando protegerme y todo lo que género en mí.

Me levante con la actitud necesaria para afrontar todo lo que viniera durante el día, ahora ya no me importaba nada, estaba feliz.

Aunque claro que eso me duro solo hasta después del desayuno.


[...]


Las próximas cuarenta y ocho horas fueron un desastre.

Daryl parecía estar huyendo constantemente de mí. No salía a fumar, las tardes ya no eran de nosotros y lo único que estaba provocando eran un montón de dudas que ya había tenido anteriormente con mis exparejas.

Siempre tuve la sensación de que ellos salían conmigo por un beneficio. Ya sea porque nuestros padres eran amigos, obtendrían algo de mi padre o mis padres obtendrían algo de los suyos.

No era por mi apariencia o por mi forma de ser. Simplemente veían una oportunidad de mejorar sus vidas y ahora no dejaba de pensar en que Daryl había hecho exactamente lo mismo, me había utilizado de la misma forma que ellos.

—¿Por qué estas tan seria últimamente? – Jesse me saco de los pensamientos

—¿Qué?

—no sé, has estado extraña desde hace unos días – apretó mi hombro –. ¿Todo está bien?

—sí, claro

Conteste sin ganas, volviendo a poner mi atención en la actividad que estaba haciendo.

—Adhy, yo sé que no soy Bonnie o una chica que entienda ciertos temas, pero si necesitas que te escuche... aquí estaré

Aquello hizo que el nudo en mi garganta se sintiera aún más ajustado. Jesse dejo la escoba recargada en un costado y fue a rodearme con sus brazos.

Ocean Eyes || Daryl Dixon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora