Doce.

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Llevaba unos días insistiéndole a Daryl que se animara a acercarse a Smore

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Llevaba unos días insistiéndole a Daryl que se animara a acercarse a Smore. Era uno de los caballos más dóciles y buenos que conocía. Así que, si quería afrontar ese miedo, sin duda sería una buena opción.

Claro que la mayoría del tiempo recibía una negativa, por lo que desistí. No tenía sentido seguir con algo que no iba a suceder.

Aquella tarde, la clase de Bonnie ya había terminado y yo no pretendía bajarme de mi caballo.

—ustedes dos nacieron para estar juntos – Bonnie sonrío complacida –. No sé por qué no te animaste desde antes

—bueno, hay cosas que llevan su tiempo – me encogí de hombros

—¿Cómo lo tuyo con el motociclista rudo? – intento reprimir una risa, pero no lo logro

—no hay nada con él. Seguro Jesse te metió esas ideas en la cabeza

—él no necesita decirme nada. Son lo bastante obvios. Pasan las tardes juntos, busca cualquier excusa para verte y estar cerca – arqueo una ceja –. No creo que no te hayas dado cuenta

—no digas tonterías – me limite a decir

—de acuerdo, entonces no tendrás ningún problema de que venga hacia nosotras, ¿no?

Gire el cuello tan rápido que casi me da un tirón. Daryl venia con su actitud despreocupada directo a la zona de pastoreo.

—creo que iré a ver qué hace Jesse en el establo

Bonnie canturreo en forma de burla y salió disparada a encontrarse con su novio. Pude ver como Daryl frunció el ceño cuando se dio cuenta de que nos dejó solos.

—¿no piensas bajarte de allí? – cuestiono unos pasos más atrás de la valla

—me gusta estar aquí – palmee un costado del caballo –. Es buena compañía

—ya veo...

—deberías de intentarlo, al menos acercarte más de lo que ya hiciste – pestañee de forma inocente –. ¿Qué dices? ¿hoy será el día?

—¿Por qué insistes tanto en que me acerque a ellos? – ladeo su cabeza –. Tengo una teoría

—ah, ¿sí? ¿Cuál es tu teoría? – incline más mi cuerpo para recargarme en Smore

Daryl se atrevió a caminar hasta la valla, colocando sus brazos sobre la misma. Me obligue a ver hacia otro lado al momento en que sus músculos apretaron su playera contra su piel.

—quieres que me suba a uno de ellos para terminar conmigo en venganza por no encontrar tu anillo – entrecerró los ojos –. Así nadie podría sospechar de ti

—¿asesinarte? – dije, incrédula –. En primer lugar, lo del anillo fue culpa mía, tu solo ayudaste a buscarlo y en segundo, nadie pretende asesinarte

Ocean Eyes || Daryl Dixon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora