Diecinueve.

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El verano siempre resultaba un caos, sobre todo en este lado del país

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El verano siempre resultaba un caos, sobre todo en este lado del país. Un día podías morirte de calor y al otro, llovía a cantaros, hoy era uno de esos días.

—Bonnie no va a venir – dijo Jesse recargado en un extremo de la puerta del establo

—no tendría sentido que viniera, ¿Cómo daría las clases? – me encontraba del otro lado con los brazos cruzados

—¿Por qué esa cara triste? Tu noviecito si vino, él no se pierde la oportunidad – canturreo en forma de burla

—no es eso – había aprendido a ignorar sus burlas –. Nono me dijo que si le ayudaba a ordenar unas cosas en el viejo granero y no quiero que un rayo caiga, empiece un incendio y yo muera quemada allí dentro

—¡vaya! Hoy alguien despertó positiva – Jesse ladeo la cabeza –. Dudo que eso ocurra, ¿quieres que te ayude?

—no, seguro tienes que ir a ver a Bonnie o algo – suspire

—seguro que alguien aparece para ayudarte en tu ardua misión – me guiño

—¿en serio? Voy a empezar a hacer ese tipo de comentarios de ustedes dos y vas a tener que soportarme

Jesse simplemente levanto las manos, dándome a entender que se rendía. Entro al establo para cambiarse las botas por unas de lluvia y dirigirse a su camioneta, no sin antes pasar a mi lado para revolverme el cabello.

Me recordaba un poco a la relación que alguna vez tuve con mi hermano, aunque probablemente él ya le habría partido la cara a Daryl en lugar de alentarme a besuqueármelo cuando tuviera la oportunidad.

Me sacudí aquellas ideas de la cabeza, coloqué mejor mi abrigo impermeable y comencé a andar al viejo granero.

En la granja aparte del taller, el establo y la casa, tenían un granero que ocupaban como almacén. No había demasiadas cosas, algunas decoraciones de navidad, cuadros que mi madre hizo hace tiempo, libretas con bocetos y algunos libros de cocina que mi abuela ya no ocupaba.

Aparte de unas tablas rotas que debía volver a poner en su lugar antes de que la tormenta las lanzara por los aires.

—esto va a tomar tiempo – dije para mí misma, colocándome los guantes de trabajo

No tenía ni la más mínima idea de donde comenzar, sin embargo, debía darme prisa. La lluvia me dio una tregua y necesitaba aprovecharla.


[...]


Logre acomodar las cajas de navidad en un solo sitio, limpiar uno de los libreros y mover el heno hacia donde correspondía. Estaba analizando cual sería mi siguiente paso cuando la puerta del granero se abrió dejándome ver a Daryl.

—vengo a ayudarte – dijo, enseñándome la caja de herramientas

—¿seguro? Te vas a aburrir – sonreí sin ni siquiera pensarlo

Ocean Eyes || Daryl Dixon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora