Quince.

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El lunes parecía cachorro esperando a su dueño

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El lunes parecía cachorro esperando a su dueño. Cualquier ruido me hacía pensar que Daryl había llegado al taller, pero las horas pasaban y ninguna señal de él.

Empecé a sentirme patética, probablemente todo lo que había sucedido entre nosotros el sábado lo puso nervioso o no le gusto y prefirió alejarse antes de tener que enfrentarme.

—¿esperas a tu novio? – dijo Jesse cuando fui a dejar basura a la carreta

—no es mi novio – bufe cansada

—pero si es a quien esperas, ¿no? – ladeo su cabeza con una sonrisita

—no debería, ya lo sé

—¡ay! Vamos, ambos están igual, Daryl sale a fumar – entrecomillo la última palabra –, solo para verte ir y venir con la basura del establo. Dime, ¿Quién más hace eso?

No dije nada y volví a entrar.

Odiaba sobre pensar absolutamente todo, pero las actitudes que a veces tenía Daryl me hacían dudar de que realmente esto era lo que quería para nosotros.

Aunque, ¿Qué era lo que queríamos?

No tenía ni la más mínima idea de que estábamos esperando el uno del otro. Solo estábamos siendo impulsivos y nos besábamos cada que teníamos ganas de hacerlo.

Luego de que terminara mis tareas junto a Jesse regrese a casa con la cabeza hecha un lio y el corazón apretujado, porque Daryl seguía sin aparecer y a estas alturas probablemente no iba a hacerlo nunca.

—¿Por qué esa cara? – pregunto Nona al verme cruzar la puerta

—es la misma de siempre – me encogí de hombros –. No sé a qué te refieres – me hice la desentendida mientras me quitaba las botas

—no es la misma de siempre, sobre todo de las últimas semanas – me recordó –. Es porque no vino, ¿cierto?

—¡ay! ¿Pueden parar de decirme que es lo que siento? Solo por un segundo – suspire de forma pesada –. Estoy bien Nona, solo... no tengo ganas de nada. Iré a darme una ducha, ¿sí?

Ella asintió sin más, dejándome ir a ducharme y no parecer una vagabunda.

Cuando estuve de nuevo abajo, Nona me puso a pelar unas patatas que necesitaba para la cena, preparamos pan desde cero y también me hizo preparar el postre a mi sola para que me despejara la mente.

El problema que existía era que por más que me esforzara en pensar otras cosas, él siempre aparecía y eliminaba cualquier otro pensamiento que pudiera tener.

Daryl Dixon.

Era todo en lo que podía pensar.


[...]


Al despertar la mañana siguiente, estaba destrozada, parecía que me habían dado una paliza. Siempre que me ponía nerviosa mi cuerpo se tensaba por completo y no existía poder humano que me descontracturara.

Ocean Eyes || Daryl Dixon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora