Capítulo 22: bienvenida.

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Doce de septiembre, dos y media de la mañana.

Desde hace días los dolores y movimientos venían siendo insoportables, y el doctor nos dijo que el parto podría ser en cualquier momento, ya que estoy entrando en la semana treinta y ocho, además de que ya es seguro que nazca.

Empecé a sentir contracciones mientras dormíamos, pero no le di mucha importancia. Hasta que sentí muchas ganas de orinar, miré mi celular, dos treinta en punto. Me puse de pie, hice a lo sumo tres pasos y se siente como si se hubiera explotado un globo de agua. Yo por dentro también lo sentí así, y el piso se cubrió de líquido.

Miranda, que dormía profundamente de su lado de la cama se despertó y sentó automáticamente sobre esta mientras se terminaba de despertar.

-¿Qué tiraste? –Preguntó refregándose los ojos.

-Fue mi fuente, no tiré nada.

-¿La fuente? ¡La fuente!

-Ayúdame a ir al baño y llama a John. Y Luego a mis padres.

-Bien.

Tenía miedo de resbalarme con el líquido que había en el piso, pero no fue así.

Como sabíamos que esto era cuestión de tiempo, previamente habíamos dejado la mochila con las cosas de la beba y mis cosas en el auto, por si nos tocaba irnos de noche. Tal cual está pasando ahora.

John no tardó en llegar, y yo llamé personalmente a mi madre en lo que me cambiaba. Y como si se tratase de una novela, me contó que estaba llegando al aeropuerto junto con mi padre, porque se pensaba que la beba podría nacer en esta semana, y quería estar presente. Según sus cálculos, estaría aquí aproximadamente a las ocho de la mañana, nueve si las demoras son muchas.

Nos despedimos de los niños que dormían profundamente en sus camas. Mark roncaba suavemente. Y nos fuimos.

Luego de que me revisaran dedujeron que tenía cinco de dilatación, así que tendría que esperar algunas horas.

La partera de turno casualmente era la doctora Montgomery, la que trajo al mundo a Maxine y que lo traerá a Giovanni. Es una mujer muy dulce, que demuestra constantemente cuánto ama su trabajo.

Ella me revisaba cada cierto tiempo, pero el dolor comenzó a hacerse cada vez más intenso luego de que pasaran las seis de la mañana. Sudaba, y no justamente de calor. En eso ella entra a la sala.

-Por favor, ya no lo soporto más. Ayuda.

-Tú doctor me dijo que habías pedido que no se te aplicase la epidural.

-Sí, porque creí que Madison era una exagerada, no creí que traer a un bebé al mundo doliera tanto.

-Bueno, tendría que haberle hecho caso a su pareja. Permítame revisarla.

-No, mi pareja es ella, Madison es una amiga y compañera de trabajo. Solo espero que Carla le haga caso.

-Vamos Mar, si Carla tiene tolerancia cero al dolor. Igual ella me dijo que la iba a pedir, porque vio lo mucho que sufrió Mad para traer al mundo a Maxine. –Comentó Mir.

-¿Madison, Carla y Maxine dicen? Esperen, ¿Madison Williams, Carla Dempsey y su hija?

-Esas mismas, sabemos que eres su doctora.

-¡Me duele! –Expresé adolorida.

-Es que ya viene, está coronando. Ahora mismo prepararé para recibir. –Comenzó a moverse más rápido, acomodando todo. –Puja Marilyn.

Empecé a pujar cada vez que me lo indicaba, era agotador. Tenía sueño, el cuerpo me dolía, estaba sudada, despeinada, era un asco total. Entonces siento como si algo hubiera salido, un pequeño jalón por parte de la doctora, y a los segundos un llanto. Nuestra pequeña Lua estaba con nosotras.

Más Que Por Los Siglos De Los Siglos. (Más Que Compañeras 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora