Es increíble la importancia que le damos al: ya pasará, no es nada. No tomamos conciencia del verdadero significado de esas cosas y de esas palabras hasta que termina ocurriendo algo, y no pasa rápido.
Hace una semana podría decir que ocurrió un punto de quiebre en mi vida, un antes y después, que me hizo valorar muchísimo más las cosas y la soledad de la habitación me invitó a reflexionar sobre lo afortunada que soy, todo lo que he conseguido, todas las cosas que estuve obviando. Y sobre todo, la importancia de la familia.
A su vez, esto me demuestra que los tiempos del universo son perfectos. A fines del ciclo, es decir en junio, Sofía me comentó sobre la entrada de un nuevo profesor de Filosofía, un antiguo colega de ella que había vuelto a la ciudad, por lo que me sacó las horas de octavo, noveno y décimo. Ahora tendría más tiempo en casa para aprovecharlo con mis hijos. Excepto porque cometí el error de aceptar horas en otro colegio, aunque solo serían en octavo y décimo. Hoy en día no las tomaría, pero como es algo que ya hice, no hay tiempo para arrepentirme.
Hace más de una semana estuve muerta por minutos, ahora, estoy viva, y preparándome para volver a casa.
Lo cierto es que estos días fuera de casa fueron complicados, sobre todo los primeros cuatro, cuando estaba en la unidad de cuidados intensivos sin posibilidad de ver a los niños personalmente. Nos comunicábamos mediante videollamadas, pero era horrible el no poder abrazarlos, ni nada. Por suerte en cuanto estuve en sala común pude hacerlo.
Las indicaciones son claras, reposo, nada de sexo y tomarme todo con calma, aunque también tengo que hacer un poco de ejercicio y mantener la herida limpia y seca.
Llegar a casa fue satisfactorio, había varios globos, un cartel de bienvenida, mi familia y mis amistades. Destaco las barrigas enormes de Marilyn y Carla, o bueno, tal vez no son tan grandes, sobre todo la de esta última, pero sí crecieron mucho desde la última vez que las vi.
Madison
Por más que lo odie, las promesas se cumplen. Y Carla ayer cuando fuimos a la casa de Charlotte a recibir a Taylor se puso un top, dejando ver su pancita y las estrías que tanto le acomplejan. Por lo que iremos a la playa.
Decidimos que sería un buen momento para pasar los cuatro juntos antes del nacimiento del bebé. Y si bien la playa no es un lugar que me guste, el resto lo adora, así que ahora mismo vamos hacia allí.
Nuestro outfits playeros están a juego podría decir, Carla tiene una bikini roja al igual que yo, y por encima un vestido tejido en color crema, mientras que yo llevo uno de algodón gris. Max, por su parte va tanto con malla como con vestido rosa y una capelina en la cabeza junto con gafas de sol. Cada día me recuerda más a mi abuela. Sin contar cuando apareció con su bolsito con juguetes para la playa.
Como es de esperarse a mediados de agosto, un sábado, la playa estaba repleta de gente. Pero por suerte conseguimos asentarnos en la costa, a unos cuarenta metros del agua, casualmente a unos metros de una cancha de vóley. Un lugar ideal. Por lo que extendimos las lonas, clavamos la sombrilla, abrimos las sillas que habíamos llevado y nos instalamos.
Lo primero que hicimos fue colocarle Protector solar a Max, lo malo es que se escapó para irse directamente al agua, por lo que salí descalza y a los gritos tras ella. La alcancé, y volvimos. La sensación de la arena caliente metiéndose entre mis dedos era horriblemente incómodo. Y lo peor es que no acababa. En cuanto terminamos de ponernos el protector solar y lo dejamos actuar nos fuimos al mar los cuatro. El agua estaba helada, lo que al principio lo hacía sumamente incómodo, pero a medida que fuimos moviendo entramos en calor.
Una vez el hambre llegó a nosotros volvimos a donde teníamos nuestras cosas, habíamos guardado algunos snacks para comer luego. Así que luego de un pequeño picnic, Gino y Max se pusieron a hacer castillos de arena, en lo que con Carla nos recostamos en las lonas a leer y tomar algo de sol. El otro día en el shopping había conseguido un tomo de un triller psicológico que me recomendó mi abuelo Ernesto, Matilde debe morir. Mientras que la bella mujer que yacía a mi lado leía La ladrona de libros.
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Más Que Por Los Siglos De Los Siglos. (Más Que Compañeras 3)
RomanceTal vez no lo recuerdes, pero en una noche medio ebrias prometimos que estaríamos juntas por los siglos de los siglos. Creo que esto es el ejemplo de que estaremos juntas, más que por los siglos de los siglos. ______________________________________...