III. Capitulo 22

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Voy manejando con los ojos hechos un río de lágrimas, mi teléfono no deja de sonar. Es Charles, pero no puedo contestar. Sofía está en peligro por mi culpa. Me ayudo de mi teléfono para llegar a la ubicación que Dafne me ha enviado, y mientras me sumerjo, me doy cuenta de que voy acercándome a unas residencias cercanas a la playa. Mi corazón late a mil por hora mientras me voy acercando. Estaciono el auto y al apagar el motor, un escalofrío recorre mi nuca al ver cómo las luces de la casa se encienden. La puerta se abre, pero nadie sale. Tomo la pequeña bolsa donde llevo los relojes y camino hacia la casa. Siento que llevo cargando mucho peso en mis pies.

Las luces del interior se encienden y me doy cuenta de que estoy completamente sola. Hay dos escaleras frente a mí y una enorme lámpara de cristal sobre mi cabeza. Una sombra se acerca a ver desde lo alto, es una mujer, pero no es Dafne.

-¡Oye! -grito-. ¿Dónde está Sofía?

Subo las escaleras con cuidado.

-Camina con cuidado -me advierte.

Me sorprende su aspecto. Está muy arreglada en comparación con la última vez que la vi sosteniendo a mi hijo.

-¿Le has robado los relojes a Charles?

-Sí -trago grueso.

Al llegar al final de las escaleras, siento que mi cuerpo tiembla. Dafne se acerca a mí, y debido a los tacones que lleva, es aún más alta. Me mira con rabia y se aproxima.

-¿Creíste que tu vida con Charles seria un cuento de hadas?

-¿Sofía ?

-Esta adentro en uno de los cuartos - me mira - ¿Se ha quedado Charles llorando?

La rabia y frustración que siento por ella es inevitable, cierro los ojos

-Entrégame a Sofía.

-Quiero asegurarme de que te vayas de aquí - dice. - Te he comprado los boletos, ¿irás a Suiza? ¿Te gusta?

-¿Dónde está Sofía?

-OK, ya. ¡Blanca!

Aquella mujer que había aparecido antes se asoma y asiente al ver a Dafne.

-Tráeme a la llorona.

-Sí, señora.

Unos minutos después, Sofía aparece amordazada de las manos y la boca. Al verme, sus ojos se abren como platos.

-Estoy aquí, tranquila - digo. - Ven aquí.

-Espera - dice Dafne. - Los relojes.

Le entrego los relojes y siento una tristeza enorme. Sé que Charles amaba sus relojes. Ella se los entrega a Blanca y ella se retira.

Sofía se coloca a mi lado y la ayudo a deshacerse de las sogas. Con cuidado le quito la cinta de la boca. No dice ninguna palabra, solo se limita a abrazarme.

-¿Puedo irme? - pregunto.

-Claro, tienes el camino libre. Abajo te he dejado tus boletos.

 Asiento y atraigo a Sofía por mí, mientras bajamos las escaleras. Algo dentro de mí me dice que las cosas no están bien. Dafne no me dejaría ir así de fácil. Veo los boletos de avión y los tomo. Miro hacia las escaleras y la veo sostenida de las escaleras, sonriendo. Alza una de sus manos en forma de despedida.

Al salir de aquella casa, Sofía me abraza y rompe a llorar.

- Estoy aquí contigo - la tomo del rostro. - Haría lo que sea por ti.

- Es mi culpa - dice apenas. - Yo no quise decirle dónde estaba el pequeño.

- No es tu culpa - limpio sus lágrimas. - Ahora debemos irnos.

250 Km Charles Leclerc y TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora