Capítulo 15.

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Nick

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Nick

—Solo digo que, si un hombre quiere estar conmigo, tiene que conquistarme. Que le cueste. El interesado en mí es el.

Asiento a las palabras de Verónica. Ambos estábamos sentados, gracias al de arriba que no había ningún alma en estos momentos. Era mi felicidad hablando por mi, había dormido más que bien en casa de Leonardo.

Quien no dormiría bien ahí la verdad.

Cada quien tiene sus estándares, yo no soy quien para juzgar lo que otras personas buscan o necesitan en una relación, para mi sería como juzgar lo que les gusta comer, no voy a juzgar a alguien que no le gusta comer tomate. Tampoco juzgar a alguien que le gusta comer papas fritas con helado, aunque sea "raro" si a esa persona le gusta y le da felicidad, que más da.

Yo no tenía estándares altos (ni tenía estándares) hasta que llegó Leonardo.

—Mhm. —asiento.

—No te atrevas a juzgarme —me señala con el dedo índice.

—Verónica, me da igual si quieres un hombre con dinero o sin dinero.

—claro, como tú ya tienes uno con dinero. —me pongo rojo con su comparación. Verónica al ser una de mis amigas cercanas ya sabe de Leonardo. Me sorprendí cuando me dijo que ya lo conocía y que era cliente frecuente. Solo lo vi una vez y fue cuando lo besé.

—Ya te dije que no estaba en mis planes besarlo.

—¡Pero funcionó, mira donde están ahora! —explica con emoción, mientras daba pequeños salititos.

—No significa que irás besando personas al azar. Con lo mucho que te gusta el peligro y la adrenalina...—murmuro lo último con intenciones de ser de todas formas escuchado.

—Pero no para besar gente. No como otros. —despertamos bravos.

La sentí personal. Pero no me ofende.

—pero a mi me salió perfecto, una muy maravillosa jugada diría yo.

—Ugh, ¿cómo haré para conseguir un hombre que valga la pena? Los odio, son estupidos, infieles y estupidos. Infieles lo vuelvo a decir.

—Gracias. —Tampoco lo sentí personal.

—Sabes que no hablo de ti.

—Lo sé —y si, lo sé, no me voy a ofender o meter en el saco que no me queda, yo sé que no soy estupido, menos lnfiel. Las personas que lo son son las mismas que se ofenden.

—¡Que el universo me mande algún mafioso, guapo, grande, con mucho dinero y con pectorales! —gritó desesperada mientras yo reía.

Sobre todo con pectorales. Yo tengo uno. Cinco estrellas.

—¡Dios, Verónica! No sabes lo que dices.

—Si se lo que digo, sería muy buena novia mafiosa.

—que te guste la adrenalina es muy diferente a querer que te metan una bala en la cabeza. —expliqué.

Serendipia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora