Capítulo 20.

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Nick

—Buenos días, Bellisimo. —la voz baja y ronca de mañana de Leonardo me hizo estremecer.

Me removí bajo las sábanas buscando su cuerpo a ciegas, toque su abdomen y me acurruqué contra su pecho desnudo. Abrí los ojos y lo primero que observaron fue a mi novio recostado boca arriba, aún con los ojos cerrados. Acerque mi rostro y mis labios tocaron la comisura de los suyos.

—Deberíamos ducharnos —murmuró ronco, mientras su mano se colaba bajo la sábana y trazaba figuras invisibles sobre mi espalda desnuda —ve tú primero, prepararé café. —finalmente abrió los ojos. Me contempló y se acercó, besándome la mejilla.

—Estoy débil, me duele el cuerpo por culpa de alguien. —Acuso, mientras que Leonardo me dedica una mirada inocente.

Esa mirada no me marea. Mentira, si lo hace, pero tengo que fingir que no.

—Lo siento, tendré que ayudarte entonces. —ronronea cerca de mi oreja para después dejar un camino de besos sobre mi cuello y hombro.

—¿solo a ducharme? —interrogo divertido.

—Depende.

—¿de que?

—De lo que me pidas tú. —ronronea sobre mi cuello, su aliento pegando Justo ahí, dándome cosquillas.

—Quiero la experiencia completa. —mi mamá crió un guerrero, no un miedoso.

—Lo que mi lindo chico pida.

Saltamos de la cama encaminándonos al baño, de repente mis pies ya no estaban sobre el suelo, ahora estaban colgando. Leonardo me había tomado en sus brazos. Lleve mis brazos a su cuello y mis piernas lo rodearon de la cadera y sus manos me sostenían del culo. Entró al baño y cerró la puerta con el pie.

Sin esperar más, Leonardo nos metió a ambos en la ducha y abrió la llave empapándonos en el proceso. Un jadeo salió de mi garganta cuando Leonardo giró mi cuerpo alejándonos de la regadera, empotrándome en la pared sosteniéndome inmóvil en mi lugar con sus manos grandes sujetan en un agarre firme mis caderas. Estaba ansioso, estaba jugando conmigo sin darme ningún tipo de alivio y eso me hacía sentir acorralado.

—Leonardo...—lloriqueé.

—No seas jodidamente impaciente. —respondió bajo casi ronco. Dejando caer un golpe sobre mi culo expuesto para el. Siendo tan provocador como él sabía.

Expulse el aire contenido en mis pulmones, lleno de alivio cuando la punta del miembro de Leonardo se alineó con mi entrada. Un gemido satisfactorio y tembloroso llenó la ducha cuando lentamente entró en mi, tan sencillo.

—Respira. —ordenó moviéndose lentamente. No tenía ni idea de que estaba conteniendo la respiración —¿estás bien? ¿Quieres continuar?

—Si, muévete. Solo muévete ya. —rogué, desesperado e impaciente. Quería sentirlo.

Serendipia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora