Capítulo 25.

16 4 73
                                    

Leonardo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Leonardo

Bajamos del avión, era de mañana, sentía mis piernas dormidas y la espalda dolorida por estar tanto tiempo sentado, no por edad. fue un alivio bajar de una vez por todas, no soportaba seguir sentado. No teníamos que pasar por las bandas de maletas ya que llevábamos nuestras maletas en el equipaje de mano, no llevábamos demasiado, solo lo necesario para pasar el cumpleaños de Nick en su casa para después pasar unos pocos días en Italia con mi familia. Ambos teníamos ropa en nuestras casas, entonces no era necesario para ninguno de los dos cargar de más.

—Mira, amor ¿no quieres comprar recuerditos? —Nick se detiene en una tienda donde venden llaveros, imanes y demás cosas. Algunos son de la bandera, postales y otra llaveros. Unos sombreros me llamaron la atención pero sería demasiado, al menos por ahora que acabo de llegar.

—Si, compraré algunos aquí. —asentí revisando los llaveros que más me parecieron bonitos.

—Podemos comprar más cosas en los puestos del mercado. Quiero llevarle algunas cosas a tus papás.

—No es necesario, Bellisimo —este hombre me iba a matar de lo lindo que era.

—Si es necesario —determina y me ayuda a buscar regalos que podría llevarme.

Una vez llevábamos lo que queríamos, nos apresuramos en irnos a la salida, donde una mujer corrió veloz y se lanzó a abrazar a mi novio. Nick devolvió el abrazo con el mismo cariño.
Ambos se separaron e inmediatamente la mujer me jalo hasta su altura, me dio un beso en la mejilla y me abrazó. Mis músculos se tensaron al recibir un beso. No creí que aquí saludaran así, esperaría que me dieran dos besos si habláramos de Italia. Pero no, solo me dieron uno en la mejilla derecha.

En Italia dábamos dos besos, de izquierda a derecha.

—¿Leonardo? —me pregunta cuando ya me saludó—eres más guapo en persona —comenta sonriendo.

—Ma, déjalo. —Nick enrojeció.

—No se preocupe, señora. —tranquilizo.

—Dime suegra, nada de señora. Me siento vieja.

Ahora me detengo a verla es una mujer muy guapa de tez morena, ojos color avellana y cabello negro debajo de los hombros. Mide como uno sesenta y cuatro.

—Me llamo Sara, soy la mamá de Nick. —se presenta. Tiene la sonrisa de Nick.

Me dispongo a meter las maletas en la cajuela del auto de Sara y nos pasamos a la parte de atrás. Le dije a Nick que sin problemas podría irse adelante con su mamá pero insistió en acompañarme en la parte trasera del auto.

Serendipia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora