Un paso adelante, dos hacia atrás.

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Pov de Freen.

Después del momento tan reconfortante que tuvimos, nos fuimos a dormir. Ni Becky ni yo nos cambiamos de ropa.

A la mañana siguiente, yo me desperté primero, a diferencia de lo normal. Becky estaba abrazándome de frente, con su cabeza reposando de mi pecho. Yo sabía perfectamente lo afortunada que era por poder vivir eso, con ella. Al cabo de unos diez minutos, ella despertó. Alejó su cabeza levemente, sin romper nuestro abrazo y puso su mirada en mi rostro.

-Buenos días. -Dijo sonriendo tiernamente.

-Buenos días. -Respondí.

Ella volvió a romper la distancia y dejó un corto beso en mis labios, seguido de otro más largo, y otro, y otro que cada vez se extendía en cantidad de segundos. En ese momento lo supe, ella estaba probando terreno. Se alejó brevemente y me dio una mirada que podría asegurar que mandó una descarga eléctrica por toda mi columna.

-La camisa blanca te queda muy bien. -Susurró mientras jugaba con uno de los botónes.

-Pensé que me preferías con camisa negra. -Comenté tratando de controlarme.

-No me hagas elegir. -Susurró de nuevo, en un tono muy provocante.

Nuevamente, alejó su cara para poder verme desde otra perspectiva y empezó a recorrer la comisúra de mis labios con la yema de su dedo índice.

-Recuerda que no me diste un regalo. -Dijo.

Me estaba volviendo loca.

-Beck, nos acabámos de despertar. -Respondí nerviosamente.

-Sería una pena si dejaras pasar la oportunidad. -Aseguró.

Me perdí. Ya estaba mal desde que dijo que la camisa blanca me quedaba bien, cuando dijo lo de el regalo y lo de dejar pasar la oportunidad, oficialmente, dejé de tener salvación.

Me acomodé sobre mi brazo derecho quedando a su costado pero ligeramente arriba. Comencé a trazar un recorrido con mis besos que empezaban en su boca, seguían por su mandíbula, hacían una parada muy larga pero necesaria en su cuello y terminaban en su clavícula. Empecé a escuchar que su respiración se aceleraba.

Estaba a punto de subir su t-shirt cuando sonó una alarma que venía de su celular.

-Apágala. -Le pedí sin dejar de besarla.

Becky se apartó rápidamente, como si acabara de recordar algo. Tomó su celular y observó la pantalla.

-¿Por qué una alarma es más importante? -Pregunté.

-Porque es la alarma para tu cita con el psicólogo. -Afirmó.

-¿Hiciste una cita sin decirme? -Cuestioné extrañada.

-Tú no la ibas a agendar por tu cuenta, ¿O me equivoco? -Preguntó.

En efecto, ella no se equivocaba.

-No quiero ir a ver a un psicólogo. -Confesé.

Inmediatamente, Becky se sentó en la cama y me miro con un gesto de molestia.

-No es opción. -Dijo. -¿No quieres mejorar?

Negué con la cabeza.

-No quiero tomar medicamentos. -Le hice saber.

-Un psicólogo no manda medicamentos, un psiquiatra sí. -Comentó. -Y si te mandaran con un psiquiatra porque lo necesitas, es por tu bien, para que mejores, así como te mandan una pastilla cuando te duele la cabeza.

Me quedé analizando una a una sus palabras.

-Sabía que iba a tener que convencerte, por eso programé la alarma una hora antes. -Admitió.

¿Por qué la alarma tuvo que interrumpir nuestro momento? -Pensé.

Pensé unos minutos mientras ella esperaba mi respuesta. Finalmente, accedí.

-Bien.- Dije. -Pero primero me voy a tener que bañar con agua fría, gracias a ti.

Se rió y me dio un beso en la mejilla.

Después de cambiarnos de ropa, tomé las llaves de mi carro lista para salir, hasta que recordé que en ese momento no lo tenía.

Becky se rió al ver la situación.

-Por cierto, ¿Qué le pasó a tu carró? -Preguntó.

-Se lo llevó una grúa, supongo. -Dije.

-¿Y tu celular estaba adentro? -Cuestionó.

-Así es. -Afirmé. -Junto con tu regalo.

Becky soltó una carcajada gigante.

-Si no te conociera tan bien, definitivamente era más fácil creer que llegaste tarde porque te quedaste dormida. -Comentó.

Me reí.

Planeaba ir por mi carro después de la cita, pero para ser honesta, me preocupaba volver a sentir esa sensación terrible mientras manejaba y me aterraba millones de veces mal el imaginar ese escenario pero con Becky incluida.
Dejé de confiar en mí misma para manejar. Dejé de confiar en mí misma para subir a mi novia a mi carro porque jamás la pondría en una situación de riesgo.

Tuve la cita mientras Beck me esperaba afuera. Al salir, le comenté que el psicológo me dijo que no quería asegurar nada tan pronto, pero que si los ataques de pánico estaban ocurriendo tan seguido, podría estar desarrollando un trastorno de pánico.

Becky escuchó todo lo que le decía atentamente y me dijo que yo siempre la iba a tener a ella, también aprovechó para sugerirme que le comentara a mi mamá, ella tenía razón.

Por algún motivo, me sentía con más seguridad, pero recordé que yo no le estaba contando a Becky todo. No le dije que el pensamiento de imaginarme terminando con ella me atormentó bastante tiempo, tampoco le dije que el director del proyecto que ella tanto quería, me dijo que no íbamos a avanzar profesionalmente si teníamos una relación, tampoco que el ataque de pánico por el que no llegué a su graduación, me pasó manejando, y por último, tampoco le comenté que ya no quería trabajar en la empresa de entretenimiento en la que estamos y que no quiero seguir con mi carrera en la actuación.

La voy a abrumar si le cuento todo eso. -Pensé.

Pagué la multa por mi carro y fuimos las dos a recogerlo.

Al subir al carro, todo se sentía desconocido para mí. Me quedé sentada viendo hacia enfrente durante un par de minutos hasta que Becky me devolvió a la realidad.

-¿Se maneja solo o...? -Dijo.

La miré sin decir nada y arranqué.

Durante el camino, tenía un miedo irracional que se sentía incontrolable, solo pensaba en todas las posibles maneras en las que podría acabar eso, ninguna era positiva.

Ahí estaba de nuevo mi corazón latiendo a una velocidad impresionante. Comencé a sudar. Era una avenida larga, sabía que esta vez no podía detenerme y ya.

-Beck, ¡Baja! -Exclamé.

-Espera, tranquila, respira. -Respondió. -Estamos en medio de la calle, no puedo bajar aquí.

-Tengo miedo. -Admití. -No quiero que te pase nada.

Ella volteó su cuerpo completamente a mi dirección y me miró con miedo.

Las manos comenzaron a temblarme.

-Respira, trata de no pensar en nada. -Dijo tratando de calmarme.

Respiré como ella me decía y observé que a unos pocos metros había una gasolinera. Seguí como pude y paré rápidamente.

Las dos suspiramos de alivio.

-No pasa nada. Todo está bien. -Comentó.

-Beck. Tenemos que terminar. -Dije.


Este... perdón.
Jaja que lo hayan disfrutado.
-Key

BACK TO DECEMBER - FREENBECKYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora