Amar, ¿es morir?

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Resopló frustrado y regresó al inicio del libro retrocediendo las veinte páginas que habíamos avanzado en estas dos semanas, aún no sabíamos nada de el resto de la manada. Aunque Blake había ido a verlos pero no quiso decirme lo que habían hablado.

Entonces me corrijo, yo no sabía nada.

Aún no podía quitar su sangre de mis manos y la manera en la que se aferró a que no me culpara, incluso a segundos de su muerte, quiso que yo no corriera peligro.

Te perdono.

Sus palabras ardían en mi alma como dagas incrustándose una y otra vez, dolía ver como el brillo de sus ojos se apagaban hasta que solo hubo oscuridad. Luego el sonido, de su piel desgarrándose y sus huesos cediendo ante la fuerza de mis manos. Hasta que tan solo..se volvió cenizas y sangre.

Me sentía egoísta teniendo lástima de mi mismo porque lo que él me había hecho, por retorcerme en gritos ahogados en mis propios sollozos cada vez que cerraba los ojos.

No merecía lamentarme, no merecía estar mal, no merecía nada, tenia a un maldito ángel cuidándome, protegiéndome incluso en mis sueños.

No sabia con que cargaba, que lo atormentaba, que lo hacía irse cada mañana y volver cubierto en sangre, decía que era animal, pero no le creía, mis sentidos no eran los mismos pero aún distinguía el olor de la sangre humana.

Pero su sonrisa no abandonaba su rostro, incluso si era un lmbecil condescendiente, él libraba sus batallas en silencio, manchaba sus manos sin que lo notara, calmaba mis demonios cuando los suyos consumían cada milímetro de su alma.

Restregué mi rostro con cansancio al oírlo repetir lo mismo por decimoquinta octava vez, ya no quería seguir fingiendo ser normal, no entiendo la insistencia en que aprenda algo tan mundano como historia.

No quería arrastrarlo a esta mierda tóxica en la que me había vuelto, porque yo era eso, era tóxico, lo estaba lastimando.

— Sam joder es simple, son conceptos que viste hace dos años. — señaló el cuadro sinóptico que había hecho entre muchas quejas.

Lucia han perdido en el cuaderno debajo de sus manos, estaba realmente enfocado, yo había divagado en mi mente como siempre lo hacía.

Su voz siempre lograba regresarme, de los más temibles y oscuros abismos, su voz me regresaba.

— No entiendo porqué te empecinas en que entienda esto, no somos humanos.

Intentaba entenderlo, hace días se había obsesionado con enseñarme historia y otras cosas inútiles de la humanidad. Como estudiar algo llamado fracciones y extraños símbolos que se sumaban entre sí.

Por alguna razón para los humanos eso es de suma importancia.

— Vivimos en su mundo, tú no tienes lugar en el cielo y yo no puedo llevarte al infierno. Así que debemos encajar en este mundo.

Suspiré asintiendo para repetir lo que me había explicado antiguamente, sonrió en respuesta al notar que finalmente había memorizado lo que estaba en ese capítulo y podíamos avanzar.

Tragué saliva cuando algo en el movimiento de sus manos señalando diversos conceptos en el libro me trajo recuerdos y me obligó a contener la respiración. Pude sentir el símbolo arder sobre mi piel y quise golpearme por aquello.

Ya había pasado tanto tiempo, pero aún me hacía retorcerme de miedo recordar la manera en la que me sometió en aquel maldito cubículo.

— Estás pensando en.. — lo miré y noté como apretó su mandíbula arrugando parte de las hojas que estaban debajo de sus manos. — Lo siento..aún intento..

Sam - Entre sangre y cenizas. (Entre mundos parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora