Quédate.

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Lo miré aún entre puntos ausentes de mi propia visión, las lágrimas en mis ojos nublaban todo lo que se encontraba en mi campo de visión. Blake seguía hablando sentado en el extremo opuesto del pequeño banco que adornaba la plaza en la que nos encontrábamos.

Había decidido sacarme a caminar antes de que todos probablemente se lanzaran sobre mi cuerpo, no los culparía, tampoco me hubiese defendido, los hubiese dejado aniquilarme a su antojo, sobre todo a Aaron, se lo debía.

— Hey..¿estás escuchándome?.. — murmuró Blake llevando sus manos a mi rostro en busca de mi mirada. — Sam..por favor.. — su nariz rozó la mía y volvió a pedirme en suaves súplicas que lo escuchara.

Negué velozmente casi como si no pudiera evitarlo, leves quejidos se deslizaron por mis labios hasta que se convirtieron en desgarradores gritos que parecían querer quebrar mi garganta en mil pedazos.

— Hey..

Llevó una de sus manos detrás de mi cabeza atrayéndome hacia su pecho, me escondí en su cuello sin poder dejar de sollozar, mis brazos rodearon su cintura y lo presioné con debilidad.

— Te haré lo mismo..debes irte..debes alejarte.. — mi voz se escuchaba tan débil, tal lejana. — Te haré lo mismo.. — repetí lo mismo una y otra vez hasta que mi voz solo eran débiles sollozos y balbuceos ausentes.

Sus caricias aún se extendían por mi espalda y la calidez de su cuerpo no dejaba de descontrolar el símbolo en mi cuello. Pero incluso así, con él protegiéndome de tal manera, no podía evitar sentirme la peor amenaza que pudo haber encontrado en su vida.

Era un monstruo, necesitaba desaparecer de su vida.

— ¿Puedes sentirme?.. — preguntó con calidez llevando sus manos con leve dificultad a mis mejillas quitando mi rostro de su escondite.

Lo miré aún con lágrimas nublando mis mejillas, asentí sin poder emitir palabra alguna, en estos momentos sólo quería desaparecer o sufrir la peor tortura.

Apoyó su frente sobre la mía regresándole a nuestros labios esa delirante distancia que me quitaba toda cordura, aunque ya no me quedaba ninguna.

— Quiero que me sientas.. — susurró contra mis labios.

— Blake no..

Mi voz se vió interrumpida por la delicadeza de sus labios sobre los míos, parecía querer dominarme por completo pero al mismo tiempo parecía querer pedirme permiso para besarme.

Una de sus manos se perdió por mi cabello jalándolo con suavidad y con la otra tomó mi cuello ejerciendo una ligera presión.

No pude evitar jadear rindiéndome ante sus besos, la manera en la que sus labios se movían sobre los míos casi como una danza erótica que me hacía delirar incluso en idiomas que no conocía. El calor de su cuerpo incrementaba aún más y me envolvía por completo.

— Escúchame bien. — habló sobre mis labios lamiendo el inferior de estos, sus manos acariciaron mi cuello y parte de mi nuca causándome escalofríos. — ¿Estás escuchándome?. — el tono de sus ojos se volvió rojo y en un veloz movimiento sus manos bajaron hacia mis caderas, en un ágil movimiento me sentó sobre su regazo, acomode mis piernas a cada lado de su cuerpo doblándolas levemente con la ayuda de mis rodillas como soporte. 

Mis brazos se posaron al rededor de su cuello atrayéndolo a mi, me sentía tan perdido en él, como si todo desapareciera. Mis dedos juguetearon con su cabello jalándolo con algo de fuerza, dejé caer mi frente con la suya y sus manos me acomodaron sobre su regazo en un lento movimiento sobre mi piel, sus manos acariciaban mi piel por debajo de mi suéter.

Sam - Entre sangre y cenizas. (Entre mundos parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora