La destrucción de los mundos II: el día en el que el gran ángel cayó.

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Me levanté de golpe en un grito ahogado que desgarró por completo mi garganta obligándome a toser en busca de mi propia voz. Las lágrimas brotaron por mis ojos y mi cuerpo tembló en respuesta.

Los brazos de Blake fueron lo primero que sentí, me abrazó con fuerza sin importar mis gritos y el fuego que danzaba en mi piel que estaba haciéndole daño.

No lo sentía familiar, era como si hace tiempo no lo sintiera tan cerca. La manera en la que me sostenía, casi como si luchara consigo mismo por no soltarme.

Quizás era porque el fuego celestial era letal para los infernales, Blake es el único capaz de soportarlo, su sangre pertenece a la realeza y ser también un lobo y un brujo le da esa ventaja.

Eso no quitaba de que el dolor se asemeja a ser torturado.

Pero había algo distinto, la luz era mucho más blanca y fría, no se sentía como mi hogar, nuestro hogar.

— Sammie...cariño.. — su voz acarició mis oídos y sus labios rozaron mi piel, su magia intentó tomar el control de la mía pero nuestra marca debilitaba su lado infernal.

— Suéltame..por favor..te hago daño.. — supliqué removiéndome entre sus brazos.

Podía oler su sangre y su dolor pero la fuerza de sus brazos no se debilitaba y aún permanecía aferrado a mi.

Sus dientes rozaron mi cuello en busca del símbolo que nos unía hasta que finalmente me mordió obligándome a ceder el control.

Jadeé de dolor y el dorado de mis ojos se esfumó al igual que el fuego que nos rodeaba.

Dejé caer mi espalda contra su pecho cerrando mis ojos con fuerza removiéndome contra su cuerpo.

— Lo siento.. — murmuró en un jadeo besando la piel de mi cuello.

Tragué en seco perdido en el torbellino de emociones que estaba sintiendo, aún estaba temblando y no podía dejar de sollozar.

Pero solo había miedo, solo había dolor, no podía sentir la ira de hace segundos o las ganas de destruirlo todo a mi lado.

Sus manos fueron hacia mis caderas volteándome en mi eje. Cuando por fin pude verlo noté lo herido que estaba, sus ojos parpadeaban entre el gris y el rojo como si su lobo luchara contra él.

Aún tenía restos de mi sangre delineando la comisura de sus labios y pude notar su incomodidad ante eso. Labio sus labios en busca de ocultarlo.

Su piel tenía heridas como si micro agujas lo hubieran cortado, su respiración estaba descontrolada y algunos mechones se aferraban a el sudor de su frente.

— Estoy bien..estoy bien.. — se apresuró a decir dejando caer su frente contra la mía.

— Lo siento.. — dije en un hilo de voz acariciando la piel de su torso desnudo.

— Sam..¿qué sucede?..yo.. — tragó saliva alejándose unos centímetros para poder verme. — Está vez fue distinto, era como si..buscaras asesinarme y..

— ¿Qué quieres decir?..no recuerdo nada..yo.. — retrocedí negando al notar que esas heridas que había visto lucían como quemaduras y algunas de ellas aún estaban sanando, esto no era reciente, si lo fuera su piel estaría intacta, pero no es así, incluso no está sanado en lo absoluto. — ¿Está vez?, ¿hace cuánto está pasando esto?..

— Hace dos años.. — murmuró restregando su rostro. — Creía que mejoraría, ¿sabes?, que si te ayudábamos, si entrábamos en lo que tu mente creía, podíamos ayudarte a..ya sabes..salir.. — su voz comenzó a quebrarse y el tono carmín de sus ojos cada vez era más débil hasta que solo fue gris. — Pero cada vez es más doloroso, soy el único que puede soportar tus cambios, el fuego, los golpes, tu magia, los gritos.. — bajó la cabeza dejando caer sus brazos a cada lado de su cuerpo. — Todos se fueron, solo estoy yo..solo.. — cerró sus ojos con fuerza y algunas lágrimas se deslizaron por sus mejillas. — Solo quedé yo Sam, Dylan siguió con su vida, formaron una gran manada con Emma a las afueras del país, Aaron y su hermana volvieron al aquelarre Moon para poder formar un ejército en el infierno..pero..

Sam - Entre sangre y cenizas. (Entre mundos parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora