El lobo y el ángel.

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Los destellos dorados que provenían del sol me obligaron a parpadear lentamente entre leves quejas producidas por alguna parte de mi que aún quería seguir durmiendo, hace meses que no podía dormir así.

Me removí notando que estaba entre sus brazos, tenía su mentón apoyado en mi cabeza y mi rostro estaba escondido en su piel. Su olor inundó mis fosas nasales.

Mis fosas nasales se dilataron y mis manos recorrieron la piel de su pecho desnudo, mi respiración se aceleró. Nuevamente estaba ruborizado.

¿Lo estaba olfateado?

Si, lo podía sentir. Su olor estaba inundando todo en mi, recorriéndome con velocidad, adentrándose en cada parte de mi, mi esencia se mezclaba con la suya, haciéndonos uno, éramos uno.

Porque era suyo, solo suyo.

Un gruñido gutural salió de mis labios, desde el fondo de mi pecho algo lo llamó, lo escuché reír nuevamente y en un veloz movimiento quedó sobre mi cuerpo.

Me miró y el tono gris de sus ojos fue dominado por aquel tono rojizo que me hacía rendir debajo suyo y dejar caer mi cabeza hacia atrás.

Me olvidé de respirar, mi cuello reclamaba que me mordiera, que mi sangre se escurriera por su boca. Rozó su nariz en mi piel olfateando lo que mi olor emanaba.

— Mío.. — susurró roncamente contra mi piel y dejó un casto beso sobre mi cuello.

Los vellos de mi piel se erizaron y un jadeo fue todo lo que pude darle como respuesta, no podía pensar con claridad.

— Él quizo hacer esto.. — comencé a hablar sin poder detenerme, algo en mi quería que él lo supiera todo, cada cosa.

Lo sentí tensarse y sus manos viajaron a mi cintura aferrándose a mi cuerpo como si temiera que me desvaneciera en cualquier segundo. Pero no me detuvo, él quería escucharme.

Pero yo no, quería detenerme, aún me pesaban las palabras, me pesaban los recuerdos. Pero me sentía tan libre, su voz danzaba en mi corazón incluso estando en completo silencio examinándome con sus ojos.

Quería decírselo, decirle que jamás lo quise, que quería detenerlo, quería decirle tanto.

Pero todas las palabras se mezclaban en mi boca batallando entre ellas, relamí mis labios con nerviosismo y sus pulgares trazaron círculos en mi piel.

Podía oírlo, escuchar su voz, sentirlo, no podía explicarlo, tan solo lo hacía.

— Él.. — mi voz luchaba por salir pero tropezaba con mi dolor. — Aaron. — su nombre hizo que mi voz se quebrara, carraspeé en busca de mi propia voluntad. — Mordió mi cuello en busca de controlarme.. — solté de golpe y pude sentir su ira, escuchar a su lobo aullar incluso si nada de eso estuviese ocurriendo. Sus ojos se detuvieron allí, en la marca debajo de su símbolo, la había protegido con la poca magia que aún me quedaba, ocultándola de él.

Mis manos temblaron y buscaron su piel aferrándose a su espalda, mis piernas rodearon sus caderas. Estaba aterrado, no quería verlo de nuevo, no otra vez.

Es Blake..solo es Blake..

Repetí en mi mente intentando aferrarme a él, no quería empujarlo y gritarle como si fuera Aaron, no quería lastimarlo, necesitaba anclarme.

— Dijo que mi sangre sabía a cielo y luego la navaja rozó el símbolo..ardía tanto y todo en mi dolía.. — los recuerdos estaban ahogándome y mi voz temblaba ardiendo en mi pecho. — Dijo que mi energía parecía droga y que no merecía el poder que tenía..que jamás sería digno..

Sam - Entre sangre y cenizas. (Entre mundos parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora