La destrucción de los mundos. Parte I

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Mis ojos no lograban despegarse de Dylan, a pesar de que todos estuvieran aquí, mi familia, mi manada, incluso Emma estaba aquí. Algo me hacía perderme en él, en su lobo correteando por mi cabeza susurrándome cosas que no lograba descifrar.

Quizás no era su lobo, quizás eran las lágrimas que danzaban en la frialdad de su mirada. Siempre fue un gran enigma aquel niño que se volvió un hombre.

Había algo en él que me desconcertaba, siempre creí que a último momento me traicionaría, pero con los años y con Emma a mi lado, entendí que era un error mío y que eso no sucedería.

Aún recordaba las órdenes, las voces, la sensación de su sangre recorriendo mis manos, escurriéndose como el último rastro de él.

Me habían creado para su destrucción, para destruir a los infernales.

Pero aquí estaba, desarmándome bajo el océano de sus ojos. Perdiéndome en aquel azul que me nublaba por completo.

Blake gruñó contra mi hombro, lo miré unos segundos disculpándome. El gris de sus ojos brilló en dolor y confusión pero evitó indagar más en el tema, su mirada se dirigió a Erick quien se encogió de hombros en respuesta.

Sabía que lo entendería, después de todo, era mi Alfa.

Dylan me buscaba con la mirada, no lo logré, no podía darme el lujo de tal cosa.

Perdería el control, él lo sabía.

Pero ahí estaba, la frialdad de nuestro Alfa. Permanecía estático, era el único que se alejó del dulce abrazo grupal, permanecía en el final de la mesa. Dejó caer su peso sobre las palmas de sus manos y el azul de sus ojos ahogaba por completo el débil dorado de los míos.

Hasta que sonrió.

Tragué en seco cerrando mis ojos con fuerza, las voces eran muy fuertes, él lo era. Nunca supe porqué evité por tantos años ser su Beta, pero ahora lo entendía, su control era algo que nunca había experimentado, incluso teniendo a Blake como mi Shakam.

— Mírame. — habló con aquella escalofriante voz grave.

Blake gruñó levemente en respuesta quitando su rostro de mi cuello y lo miró con molestia.

— Joder Murdock estás tentando mi paciencia... — murmuró Blake entre dientes, permaneció a mi lado pero esta vez se puso detrás de mi rodeándome con sus brazos.

— Tranquilo diablito. — respondió en una sutil risa Dylan a un extremo de la mesa, Blake me abrazó con fuerza y mi espalda chocó contra su pecho.

Los lazos tironearon con fuerza, el más débil de ellos era Erick. Su esencia se perdía en algo que no lograba descifrar y lo sentía tan lejos que me ahogaba.

Volví a sentarme, Emma estaba a mi lado, Erick la seguía. Blake se sentó detrás mío y dejó caer su mentón contra mi hombro abrazándome con el calor de su energía.

Emma suspiró acariciando con suavidad mi cabello, Erick estaba en algún rincón de su mente porque no emitía sonido, lejos de mi, sus mejillas estaban empapadas de sus lágrimas y estaba desviando su vista constantemente hacia algún rincón de la mesa.

Todos permanecíamos sentados, excepto Dylan, por alguna razón él parecía tener el control de esta "reunión", o lo que sea.

— Dylan... — susurré con cansancio, quería volver todo cenizas y solo quedarme con él, protegerlo a él.

Porque eso era, mi Alfa.

Luché tantos años en contra de su control, en busca de alejarme de él. De los sueños, de las pesadillas, de mi extraña necesidad de acurrucarme contra él y dejarlo protegerme.

Sam - Entre sangre y cenizas. (Entre mundos parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora