El ángel que se convirtió en demonio.

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Mis manos temblaron pero aún así intenté ser firme, la voz de Blake me guiaba a duras penas entre rugidos que denotaban a Liam en busca de detener lo que estábamos haciendo.

Apreté mis labios con fuerza, contrólate maldición, podía hacerlo, tenía que hacerlo. El fuego quemaba como el jodido infierno, mi pecho subía y bajaba en respuesta a mi descontrolada respiración, mis ojos luchaban en busca del dorado.

Mi lado celestial estaba gritando.

— No me sueltes.

La voz de Blake me buscó entre tanto caos, su mano presionó en la mía y su magia volvió a navegar por mis venas cambiando levemente el color de ellas, pude notarlo incluso debajo de mi piel.

Asentí ya que no era capaz de hablar, aún estaba herido, incluso sanando, aún lo estaba. Pero eso no me impedía querer desintegrarlo todo, porque eso quería.

La oscuridad era demasiado fuerte, podía escuchar los gritos, oler la sangre, nuestra sangre, eran celestiales, estaban tallándose en mi piel, los símbolos dorados luchaban contra el control de Blake, pero aún su magia podía ocultarlos.

Un ligero gruñido de Liam se dirigió hacia un infernal que caminaba hacia nosotros, estaba a semi transformación, su rostro estaba desfigurado en colmillos y un extraño pelaje. De su espalda salían dos grandes alas negras con púas en sus puntas, el resto era un cuerpo humano. Era bastante alto, no más que nosotros, pero por sus alas lucía gigante.

El fuego quemó contra mi garganta, Liam estaba allí, sosteniéndome, buscando que me controlara. No podían descubrirnos.

Relamí mis labios cuando nos detuvimos justo enfrente del infernal, sus ojos color sangre nos inspeccionaron mientras mordisqueaba sus labios. Sus manos fueron hacia Blake, rozó sus hombros pero aún así no lo solté.

Quería despedazarlo.

En cambio Blake, sonrió de una manera maliciosa siguiéndole el juego y alzó sus cejas, intenté repetir sus gestos pero no pude evitar mirar toda la escena con asco.

— Tú, ¿a qué segmento perteneces?, recordaría ese cuello ancho en todo el infierno, no somos tan grandes.

Su asquerosa voz se dirigió hacia mi y sus manos también lo hicieron, retrocedí sin poder evitarlo, pero Blake no me soltó, lo que logró controlarme.

Claro que no me reconoces imbécil, solo un celestial puede ser así de grande.

— Segmento 105, nos gusta desmembrar celestiales y luego ya sabes, sus almas son la mejor parte.

Celestiales...
Sus almas son la mejor parte..

— ¿Acaso tú no tienes voz?.. — canturreó con diversión dándome un suave empujón.

Hijo de la gran perra.

Mordí mi lengua cuando las palabras ardieron en ella, suspiré unos segundos en busca de mi autocontrol. Lo miré a Blake de reojo y pude ver a Liam detrás de su falsa sonrisa, no era el único perdiendo el control.

— ¿Qué esperas que te diga?, que me revuelque y mueva la cola, es solo otro día más, no tiene nada de especial.

— Te hice una pregunta, tú me respondes a mi.

— No lo hago, solo eres otro soldado.

Avanzó hacia mi y en ese momento, perdí por completo el control.

Solté a Blake y mis ojos ardieron en aquel dorado que me destacaba, mi espalda se desgarró dándole lugar a mis alas que se alzaron con fuerza, esta vez eran doradas, no blancas, brillaban y el fuego danzo entre las plumas en un azul cálido que se mezclaba con el color de ellas. El chaleco que llevaba puesto se hizo pedazos y mi torso quedó al descubierto, los símbolos se tallaron en mi piel con velocidad.

Sam - Entre sangre y cenizas. (Entre mundos parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora