La magia no puede borrar la sangre.

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Tallé mis ojos con brusquedad mientras caminaba ligeramente aturdido hacia la cocina, las voces habían regresado y sentía que mis oídos comenzarían a partirse si no se detenían. Gruñí llevando mis manos hacia ellos en busca de que los gritos se detuvieran.

Suspiré notando a Dylan, estaba levemente recargado sobre la encimera con una taza de café entre sus manos, me dedicó una sonrisa y sus ojos se volvieron rojos, algo en ese gesto me calmó y los sonidos disminuyeron su dolorosa intensidad.

— ¿Qué hiciste?. — susurré sin querer elevar mi voz, mi cabeza dolía mucho.

— También escucho las voces Sam, siento todo de ti, soy tu Alfa. — respondió igual de bajo, me extendió su taza de café. — Por cierto, también sentí como te revolcaste con Blake anoche.

— Púdrete.. — respondí avergonzado tomando la taza, le di un breve sorbo, no pude evitar escupir el líquido nuevamente dentro de la taza. — Joder..¿qué demonios es esto?..

— Sangre. — respondió encogiéndose de hombros. — Es sangre demoniaca, disminuye los síntomas que estas sintiendo, intoxica tu especie sin hacerle un daño permanente, pero podrás dormir.

— Sangre...¿qué hiciste para obtenerla?..

— No fui yo, son reservas de Emma. — al mencionarla un brillo de dolor atravesó sus ojos. — Ella bebía esto a diario luego de su transformación, era muy difícil mantener a su lado animal a raya, creímos que esto ayudaría, pero bueno, sin ti a su lado, fue muy difícil que se anclara a su lado humano..

— Pero.. — murmuré pensativo dándole otro sorbo y el agrió y salado sabor inundó mi boca. — Ella no debería beber...¿angelical?..

— No, eso le haría daño, somos infernales en parte, necesitamos alimentar ese lado.

— ¿Sabes algo de ella?

— No, yo también la extraño, es mi gemela y me hace daño estar lejos suyo.. — se cruzó de brazos echando su cabeza hacia atrás. — Luego de que te fuiste, nada fue igual, ustedes tenían un vínculo muy especial.

— Tenía ese vínculo con todos. — comenté restándole importancia, el líquido rojizo ardió en mi garganta y mis ojos vibraron en busca de deshacerlo.

— Eras nuestro ángel, eras lo único que nos alejaba de nuestro lado oscuro..tú lo eras todo Sam..

— Dylan.. — advertí al ver hacia dónde se dirigía la conversación.

— Siempre te alejas, desde niño lo hacías, solo supe lo de Thomas y tú porque fui capaz de sentirlo. — miró hacia la nevera como si algo interesante se mostrara ante sus ojos. — Era capaz de sentirlo todo.. — su voz estaba cargada de nostalgia y dolor. — A Thomas luchando contra su sed de sangre, a Lylyn contra su linaje, intentando no consumirlo todo a su paso, a Emma gritando en cada madrugada porque la bestia acechaba sus sueños y.. — me miró y sus ojos regresaron a su tono natural. — A ti..querido ángel.. — hizo una leve mueca que no logré descifrar. — Eras el más ruidoso de todos..tu voz se rompía en mi mente, mi corazón ardía cuando llorabas en las madrugadas suplicándole al cielo que te dejara fallar en la misión..

— ¿Tú lo supiste todo este tiempo?. — pregunté y se enderezó ladeando su rostro, se veía tan imponente, se sentía tan..Alfa.

Me recargué en la encimera tomando lugar a su lado, sentía la necesidad de estar cerca suyo, extrañaba su calor tan..hogar..

— Lo veo todo, Sam. — respondió cabizbajo. — Todo.. — susurró tomando la taza de mis manos. — Sabía lo de Thomas, realmente nunca estuvo vivo, solo nos dejó estar una vez más con él, pero siempre perteneció al reino de los muertos. Sabía sobre Blake, sobre Erick, todo Sam, todo esta aquí. — señaló su cabeza arrugando ligeramente su nariz.

Sam - Entre sangre y cenizas. (Entre mundos parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora