Fantasma.

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Lo escuché irse como todas las madrugadas, y por un segundo pensé en seguirlo, pero no lo hice. Tan solo me levanté lentamente, no quería negarme su vida, o fingir que no era extremadamente notorio que no estaba trabajando en una tienda de ropa como me había dicho.

A veces me asustaba verlo tan herido y cubierto de sangre, aunque sanaba incluso más rápido de lo que yo algún día llegué a hacerlo. Los licántropos tenían más resistencia que los celestiales, él la tenía, era el primero de todos.

No sabia de dónde sacaba la fuerza para sostenerme de la manera en la que lo hacía mientras él parecía desvanecerse aún más cada día. No sabia cómo ayudarlo, cómo cambiar las cosas.

Por ejemplo, ¿en dónde demonios se mete todas estás horas?

Podía sentir como la conexión se desvanecía en el
tiempo que no estaba aquí, algo me ocultaba. Pero no quería presionarlo a que me lo dijera.

A veces me sentía tan egoísta por querer conservarlo de la manera en la que se mostraba conmigo, sabía que no era totalmente cierto. Suspiré pasando las fotos por la pantalla de mi celular, toda mi galería gritaba su nombre. Tenía fotos suyas durmiendo, comiendo, hablando, completamente distraído. Me gustaba conservarlo en pequeños recuerdos en mi celular.

Era para lo único que lo usaba, no tenía ningún contacto fuera del suyo. Me gustaría poder construir algo fuera de estas cuatro paredes, fuera de todo el caos que nos rodeaba.

Pero no lograba pensar con claridad, las ideas me pesaban, mi alma ardía asfixiándome por completo. Todo se volvía tan oscuro, como si mi mente estuviese cubierta de líneas por todos lados hasta que tan solo se volvía una eterna oscuridad sin ningún tipo de sentido.

Cada vez que cerraba los ojos se me cruzaba algún hecho traumático, parecía ser todo lo que los recuerdos almacenaban.

¿En qué momento todo se fue a la mierda?

Sentía que fue ayer, no sabía ni dónde enfocarme para comenzar a sanar, si en el hecho de que asesiné a quien antes amaba, o si en el hecho de que había sido abusado.

Una foto de Thomas se cruzó entre todas las imágenes de Blake, no recordaba haber tomado esa fotografía, aunque parecía ser una selfie tomada por él, ya que yo estaba durmiendo sobre su pecho mientras él extendía sus brazos por encima de ambos capturándonos en aquella imagen.

Solía hacer eso, cosas humanas. Decía que era incapaz de sentir, que no sabía lo que eran las emociones humanas, Dylan seguramente hasta el día de hoy cree que Thomas jamás sintió.

Pero si lo hacía, solo que no debería hacerlo, le enseñaron que sentir era humano y que su especie solo poseía el deseo de matar. Pero en cambio me envolvía mi cuerpo entre sus brazos cada vez que podía y jugaba con mi cabello sin despegar sus ojos de los míos.

Él si sentía, lo había visto perderse más de una vez en mis ojos.

Me dolía tanto su ultima mirada, yo estaba tan ausente, lejano. Pude sentir mis manos moverse, tomarlo con la fuerza con la que lo hice, pero yo no las estaba dirigiendo. No lo sentía así.

Yo estaba gritando internamente en un intento de detenerme, pero seguía diciéndole todas esas cosas que solo las pensaba cuando estaba llorando en mi cuarto durante esos días, pero luego lo superé y entendí que era como sus emociones funcionaban.

Pude ver como sus manos sostenían las minas, estaban más frías de lo usual, pero no luchó como Thomas lo hubiese hecho, era como si tan solo se hubiese rendido.

Él se rindió, como yo lo hice ese día, arrodilladas de espaldas a él, me rendí por completo, me rendí ante sus besos, su voz, su energía, renuncié a todo.

Sam - Entre sangre y cenizas. (Entre mundos parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora