Monstruo.

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Miré a la profesora Smith perdido entre sus palabras, honestamente hace meses que no lograba concentrarme. Los entrenamientos cada vez se volvieron más duros y doloroso, al punto que solo parecía un descargo emocional de ellos hacia mi.

No parecían querer entrenar, solo me golpeaban sin cesar hasta que Dylan los detenía notando que no era lo que él realmente quería.

Suspiré pesadamente cuando Blake posó su mano sobre la mía que se movía velozmente sobre mi cuaderno en un extraño compás de sonidos de mis dedos sobre el papel. Había descubierto que quizás tenía lo que los humanos llamaban ansiedad, para mi no existía tal cosa, solo era culpa y un eterno recuerdo que parece consumir mi alma.

Si es que aún me queda una.

Pero él siempre estaba ahí, protegiéndome, jamás lo vi enojarse o ponerse mal, solo estaba ahí, sonriéndome con calma. A veces me preguntaba qué sucedía en el infierno desde aquel día que decidió irse, o qué piensa su padre de que le esté dedicando su vida a proteger un ángel.

Pero jamás tocábamos ese tema, su semblante cambiaba y su voz se oscurecía, sentía que me ocultaba algo, pero no parecía querer compartirlo.

Blake no detenía su búsqueda contra el demonio que él aseguraba que tomó el control de mi cuerpo aquel día, nadie le creía, incluso yo. Sentía que solo lo hacía para protegerme y para evitar que tomara la clara culpa de lo sucedido.

Pero aún así lo hacía, y lo haría hasta el final de mis días. La campana sonó dándole fin a la clase de historia Romana, pero no pude moverme, y él se quedó a mi lado esperando que todos salieran.

Por suerte solo compartía esta clase con él, Emma y Lylyn tenían francés juntas, y Dylan compartía con Aaron matemática. A veces debíamos compartir todos literatura inglesa, y era realmente horrible.

Hace un tiempo que decidí irme de lo que fue mi hogar por muchos años, y decidimos comprar una casa pequeña en la ciudad, no sabía de dónde consiguió el dinero Blake, pero me dijo que trabajaba en una biblioteca luego de la escuela.

— Debemos irnos cariño, no quiero que te castiguen nuevamente, ya estás cubriendo demasiadas horas extras. — me recordó mis eternas horas extras en matemática debido a mi mala conducta.

Asentí pero no emití sonido, me levanté comenzando a guardar mis cosas dentro de mi mochila con cansancio, aún quería llorar, siempre lo hacía, como si eso fuese a solucionar algo, como si fuese a revivirlo.

— ¿En que momento volví mi vida esta mierda? — gruñï lanzando los libros al finde de mi mochila con brusquedad y pude sentir la ira navegar en el calor de mi sangre.

— Sam tus ojos..

— Todos se fue a la mierda, todo se fue a la maldita mierda. — los rugidos se deslizaron por mis labios y Blake se levantó velozmente llevando sus manos a mis hombros. — Soy un puto angel, lo era, ¿entiendes?, no asesinaba ni una maldita mosca y ahora debo cargar con esto por el resto de mi puta vida y yo ahora..

SAM. — rugió y el tono se sus ojos vibró en aquel carmín que parecía perderse en un eterno océano de sangre.

Tragué en seco aún perdido en mi propio odio pero aún así asentí permaneciendo en mi estado de completo descontrol.

— No puedes dominarme cuando estoy así y aún así..

— Basta Sam, no vuelvas a esto, no quiero pelear contigo, no me obligues.

— No te estoy obligan..

— Si lo haces, continuamente intentas que te odie y que todo se vaya a la mierda solo porque no puedes aceptar que soy capaz de amarte.

Sam - Entre sangre y cenizas. (Entre mundos parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora