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Fiorella

—¿Crees que me acuesto con él?—  la mire con mis ojos cristalizados.

—Es lo que Emma piensa, y sinceramente yo también— sentí un dolor en mi pecho.

—Esta casado, tiene una familia, jamás haría algo así— no soporte más, mis lágrimas salieron.

—No lo sé, no sé de lo que eres capaz— me dolió tanto sus palabras.

Jamás habíamos teniendo una buena relación, pero me dolía el que pensara que yo podría ser la amante de alguien, de alguien que tiene familia, nunca haría eso.

Me marché de su casa, quizá Samuel también pensaba lo mismo.

Al día siguiente me quedé en mi habitación, no tenía muchos ánimos de salir, pero supongo que tendría que hacerlo, tenía que comer.

En el estacionamiento me encontré a Dominick, no traía buena cara, pero aún así me alegraba tanto de verlo.
Me acerqué a él y lo bese, inmediatamente se alejó de mí.

—¿Qué pasa?—

—Pueden vernos—

—No hay nadie— sonreí, lo iba a besar de nuevo, pero se alejó.

—Vine a hablar contigo— estaba serio.

—¿Sobre qué?— lo mire.

—Samuel me comentó que, al parecer tienes una relación con Antonio, ¿es verdad? —

—No, claro que no, Dominick, Emma malinterpreto la situación, pero no es verdad.

—¿Qué situación?—

Suspiré.

—Vio cuando abracé a Antonio, fue un impulso.

—¿Un impulso? — su tono de voz fue burlona.

—Estaba emocionada por que el localizador funcionaba, solo eso, no hay nada más—

—¿Estás segura?—

—Te lo juro—

—De acuerdo—

El ambiente estaba tenso, se dió la vuelta con la intención de marcharse, pero lo tome del brazo deteniendolo.

—¿Nos veremos hoy?— pregunté un tanto tímida.

—No, tengo cosas que hacer.

Se soltó de mi agarre y se fué.

....

Estaba en el apartamento de Domingo, mi cabeza estaba recostada en su pecho. Horas después paso por mi, y aquí estoy.

—¿En qué piensas?— le pregunté ya que tenía la mirada perdida.

—En nada—

No estaba de buen humor.

—Dominick.

—¿Qué?

—¿Cuando le diremos a Samuel de lo nuestro?

—¿Qué?¿Por qué se lo quieres decir?— se sentó en la cama.

—No quiero seguir a escondidas—

—No creo que tu hermano quiera saber que te acuestas conmigo— se puso de pie.

—No, bueno eso podemos omitirlo, pero le podemos decir que tenemos una relación y que...— me interrumpió

—Entre nosotros no hay nada— me cortó.

—¿Cómo?—

—No hay nada, solo sexo.

—Entonces, ¿no significo nada para ti?

—No, pensé que tenías todo muy claro.

—Pero yo te quiero, me gustas.

—Cállate, no lo digas... solo arruinas todo.

Solo arruinas todo.

Es lo que escuchado toda mi vida, y el que él me lo diga, comienzo a creer que es cierto.

—No te quiero más aquí, toma tus cosas y lárgate.

Tomo su ropa y salió de la habitación, segundos después escuché como cerro la puerta con mucha fuerza.

¿Solo sexo? Solo fuí eso para él.

Por eso no quería que Samuel lo supiera, porque él no quería nada serio conmigo.

Me sentía tan miserable, tan humillada. Sentía que no era capaz a gustarle a alguien.

No me importó nada, solo quería llorar.
Tome mis cosas y salí de ahí.

Un sueño rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora