ACLARACIONES VERÍDICAS

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“Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria.
En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato.
Pero yo ya sabía cómo era”.

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NARRA CAMILA

El aire fresco deja de estar a tope para pasar a un segundo plano oyéndose un poco lejana. No veo señales ni rastros de Bautista apareciendo furiosamente en mi puerta, así que trato de no pensar en eso, no quiero que mi mal humor sea porque me importa lo que haga. Y aunque diga que no estoy molesta con él por haber aceptado ir con Luisana a un lugar donde tal vez, pasaron muchas cosas para ellos y con nadie qué los  interrumpa, admito que mi nivel de resentimiento sea la excusa por haber mordido su labio.

Cuando mi cuerpo me indica qué es momento de tomar una ducha como me predije, tomo una toalla y salgo  directamente hacia el baño.

Mi mente trabaja a mil por hora a pesar de que mi cuerpo no, pero sigo por abrir el grifo de la ducha para que gotas de agua comiencen a caer sobre mi cuerpo, sólo así me libraría por un momento del martirio en mi cabeza.


{...}

Observo mi reflejo en el espejo una vez refrescada. Mis pupilas están un poco dilatadas y mis mejillas rojas, aunque mi rostro esté libre de maquillaje mis labios están rojos.
Ajusto la toalla alrededor de mis pechos y vuelvo a salir.

Lo que me sorprende es ver como de un momento a otro las sábanas y almohadas de mi cama se encuentran removidas y desparramadas, recordaba haberme esforzado por haberla hecho esta mañana.

De repente, la puerta de mi habitación es cerrada de un fuerte golpe y la luz del foco juntamente apagada haciendo que me sienta confundida.

Me abro paso más allá para prender la luz sin temer a nada, pero me es inútil, alguien había desconectado el interruptor cableado a mi habitación.

Esto era tan estúpido que fácilmente podría deducir qué se tratara de una broma, por lo que como segunda opción intento abrir la puerta.
Sólo es cosa de abrir y enfrentar a la persona que haya planeado perder su tiempo conmigo.

Pero no, la habían cerrado con seguro desde afuera. Ahora si, la desesperación comienza apropiarse de mi cuerpo. Sujeto con una mano la toalla y me dirijo a buscar despavorida entre la oscuridad la mesita de noche, donde guardaba por suerte una copia de la llave de mi habitación que Maria había sacado. Hasta que por fin con el tacto de mis manos toco uno de los cajones y rápidamente la abro, rebusco y rebusco, hasta dar con lo que buscaba. Sonrío cuando la obtengo y corro de nuevo hacia la puerta sin importar lo que me esperaría al traspasar la habitación.

DESCUBRIR EL VERDADERO AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora