DESCUBRIR EL VERDADERO AMOR

ESPACIO DE COPAS

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"Encontrar el recuerdo,
no dolía. Sacudir las raíces, se sentían. Veo todo borroso regresando al presente, donde te encuentro pasado, terminó,
y ya no existía".

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NARRA CAMILA

La decisión de reunirnos con el novio de Maria directamente en un club fue unánime. Así que por la noche, Maria y yo llegamos al lugar en un taxi, mientras nos abrimos paso para entrar al casi vacío boliche, por ser supongo un día formal de semana.

Entrecierro mis ojos, insomnia al ver que era un club de mucha clase, con grandes decoraciones, muebles modernos y una barra inmensa qué se extiende alrededor de todo el primer piso.

Muy sofisticado.

Aunque esté vacío y pueda moverme sin rozar a nadie, lo que me parece maravilloso, a todos los boliches qué he ido siempre termino aplastada entre la gente.

María: ¡Esto es genial! ¡Es el club más exclusivo de la ciudad! — grita en mi oído.

Su alegría es contagiosa, así que le sonrío mientras caminamos a la barra. Mis tacones negros brillan con la tenuidad del techo por la cantidad de luces.

Sigo a María, viendo que su vestido verde es tan pegado a su cuerpo que con cada paso, se le sube y ella tiene que estar bajándoselo. Mi vestido negro es más sencillo y no es tan pegado, tiene botones al frente y tiras en los hombros. No me preocupo porque se me vea la tanga porque no pasará, a menos que me pongan de cabeza o me alcen el vestido.

Trevor: ¡Ahí están! — grita aproximadamente a Maria. Él ya estaba ahí esperándonos.

Saludamos a Trevor y nos sentamos en los sillones qué hay alrededor de una mesa. El boliche es tan grande que hay un segundo piso con balcones hacia donde estamos, pero este está casi vacío. Son más de las nueve de la noche y aún así el lugar no está repleto. Trevor nos asegura que no será así toda la noche, que más tarde llegará más gente. Y como él ya ha venido aquí, confiamos en su palabra.

Mientras nos vamos adaptando al lugar, Trevor pide una primera ronda de chupitos a la camarera qué se acerca en su ajustado atuendo.

Al principio me siento un poco incómoda por tener que alzar la voz para ser oída por encima de la música. Luego, cuando tomo mi primera y luego mi segunda ronda de chupitos, puedo soportar la música y la presión de esta, el cuál me vibraba en todo el cuerpo.

Trevor: ¿Qué van a querer? — se dirige a nosotras. La segunda ronda de chupitos ya terminó y las dos queremos algo más. La camarera está frente a nosotros esperando nuestros pedidos. María está por abrir la boca pero Trevor la corta —. ¡Necesitamos algo muy alcoholizado! — grita por encima de la música, abriendo los ojos haciéndonos reír.

María: Quiere vernos intoxicadas.

Trevor rueda los ojos, pero sonríe de lado al verla.

Camila: Yo quiero vino, por favor.

Casi me río al ver el rostro estupefacto de Maria quien aparte de parecer horrorizada se ve un poco ofendida.

Maria: ¿Vino? — repite en un grito, mirándome. Niega, luego mira a la camarera con una gran sonrisa —. Una botella de ron y otro de whisky, por favor.