DUDAS

639 43 90
                                    

NARRA CAMILA:
No creía volver a verlo, lo extrañaba demasiado. Había empezado a sentir cosas por él tiempo atrás, pero por ahora sólo me podía permitir verlo nada más que cómo un amigo.

Además, estoy conforme junto a Felipe.

¿No?

Sí, no tenes porque dudar Camila.

Pero... lo qué si no pude evitar ver, fue lo tan cambiado que estaba. Ahora era todo un hombre maduro; su cuerpo estaba mucho más definido que antes, mostrando sus grandes pectorales y músculos sin llegar al exceso claro, poseía unos amplios hombros, y era bastante alto por lo que había visto, los rasgos de su rostro eran aún más definidos. Sus ojos, encontrarme con ellos otra vez, cada día más profundos, me volvían loca.

No había perdido su más grande sentido del humor, estaba realmente contenta por lo que había logrado hacer en todo este tiempo.

Y para que mentir.

El día en que dije que tenía algo importante para él, iba a confesarle que me gustaba y mucho, que podíamos tener algo juntos, ya no me sentía cómoda en ese momento junto a Felipe, pero después de escuchar que iba a cumplir su más grande sueño de ser parte de la producción de una música, entendí, no era el momento de hacerlo, no era el momento de empezar algo más allá de una amistad, él se iba a independizar, tener una mejor economía, un hogar propio. Yo no podría dejar a los chicos aún, eran mi única familia. La decisión de irse no era conmigo, era con Luisana, no quería fallarle, ni ocupar su lugar, la quería mucho y después de ese beso con Bautista me sentía culpable.

Me alejé de ella también.

Luego de que ellos se fueran tiempo atrás, caí en depresión, se iba el mejor compañero de vida que me pudo haber tocado y mi mejor amiga con la que siempre había compartido en todo momento. No quería hacer nada, todos preguntaban porque me comportaba así, pero la respuesta era evidente. Felipe me ayudó, cuando sentía que mi corazón se oprimía más, el ponía su hombro para llorar, hacía de todo para que me sienta bien.
Nuestra relación se fue fortaleciendo y ya no me sentía incómoda y me maldecía por dudar de mi amor por él.

Era aprecio-gritaba mi subconsciente.

Bautista había quedado en el olvido, ya se había ido, no lo vería más, no tenía porque pensar en ese beso, ese único beso.

Terminando el colegio, los más pequeños pudieron regresar con Luz, figura materna para nosotros. Pero Felipe, me propuso no ir con ellos, quería que tuviéramos algo más, como vivir juntos. Comenzó a trabajar ahorrando durante un tiempo corto, y con toda esa guita y con lo que Luz nos había dado, compró una casa en el centro de la ciudad de Buenos Aires, lejos de la casa de Chiche. Ya éramos grandes podíamos cuidar de nosotros fácilmente.

Después de salir de la pizzeria, contacté a un remis para darle la dirección de mi casa. Durante el camino no paraba de pensar en Bautista.

Lo tenía que sacar de mi cabeza.

Minutos después llegué, y me dirigí a la puerta de mi casa, las llaves me las había olvidado, sólo esperaba que Feli ya haya llegado. Escuché pasos lentos acercase a la puerta y al abrirla era... ¿Titan?.

Titan: ¡Cami! por fin llegas.- Saluda entusiasmado. Ingreso sorprendida -¡Cuánto tiempo, te ves hermosa!.

Yo lo saludo sonriendo, para luego dirigimos al living principal, quería preguntarle que hacía aquí, cuando había vuelto.

DESCUBRIR EL VERDADERO AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora