—¿Cuánto tiempo crees que necesitas para encontrar el Veritas? —preguntó Rhysand cuando estuvieron los cuatro solos en los aposentos. Tenía los hombros ligeramente tensos y sus ojos de un violeta cada vez más y más rojizos.
Azriel inclinó ligeramente la cabeza hacia un costado.
—Si empiezo ya... una hora.
Rhysand asintió, dejando salir un largo suspiro antes de que Azriel y Cassian le dijeran que iban a ir a sus propios cuartos hasta que fuera el momento de robar el artefacto. Feyre aguardó un momento antes de dirigirse a Rhysand, quien ya tenía la mirada fija en ella. Podía sentir cómo su cuerpo ardía ligeramente, podía incluso notar una ligera presión en su cabeza. Sin saber qué hacer, y consciente de que debajo de la capa tenía algo demasiado parecido a lo que había usado Bajo la Montaña, pasó su peso de un lado a otro.
—¿En qué piensas?
Rhyasnd se quedó un momento más en silencio.
—¿Exactamente cómo piensas distraer a los nobles vistiéndote así? —preguntó él, acercándose hasta quedar a una respiración de distancia. Feyre apenas pudo evitar inhalar su aroma, tentándola a recostarse contra él. Enderezó la espalda y lo miró a los ojos.
—Aunque no lo creas, puedo sacar mucho de un macho o hembra que reacciona frente a ciertos atuendos —dijo sonriendo de oreja a oreja, toda su piel ardiendo lentamente por debajo de la capa. No ayudaba que Rhysand estuviera viéndola con los ojos entrecerrados, una sonrisa tironeando de sus labios con cada segundo que pasaba. Estaba segura que, de poder entrar a su mente, habría visto todas las posibles prendas pasaban por su mente—. No tengo problema de actuar como la puta interesada que ellos probablemente creen que soy.
Hubo una mueca que eliminó la diversión de sus facciones. Sabía que eran palabras fuertes, insultantes incluso, pero era la verdad, o eso iba a ser en breve. La Corte en Ciudad Tallada solo veía en ella lo que querían ver, y eso les daría. Más tarde quizás vería cómo mejoraba su imagen, si es que era posible dejar de ser una cosa inferior a los ojos de ellos. Sacudió las alas, como si así pudiera eliminar parte de los nervios que la carcomían por dentro.
—¿Cómo has hecho para no enloquecer todos estos años? —preguntó él de repente. Feyre lo miró. «¿No enloquecer?» Casi le dio un ataque de risa al pensar en todas las veces en las que sus hermanas la habían encerrado en una mazmorra, las veces en las que Gwyneth le había tenido que inducir al sueño, todo para que no actuara bajo impulsos. Rhysand la seguía mirando en silencio, esperando. Con un suspiro y viendo que no iba a librarse de aquello, llevó una mano a la bolsa que tenía atada a su cadera, sacándola de la capa y dejándola entre ellos. Rhysand pasó la mirada del saco a ella repetidas veces, antes de sacar una semilla y sostenerla entre sus dedos.
—Con esto y la gema que tenía, es casi como ser invisibles en la magia —dijo, conteniendo momentáneamente la respiración—. Las semillas bloquean parte de mi propia esencia, o algo así.
Lo vio asentir mientras mantenía sus ojos fijos en el pequeño objeto.
—¿Sabes si funciona en machos?
—Depende, ¿tienes sangrados al menos dos veces al año? —Rhysand exhaló con fuerza, como si estuviera conteniendo una risa ante la pregunta, ligeramente incómodo, si se guiaba por el sutil movimiento de las alas—. Si te soy sincera, no tengo idea, todo lo que conozco es en hembras, por... bueno, eso.
Él asintió, mirando a la nada de nuevo. Satisfecho con lo que sea que hubiera encontrado en su ligera contemplación, le devolvió la semilla y volvió a colocar la bolsa en el cinturón. Sin saber qué más hacer, mordió el interior de su mejilla y paseó la mirada por la habitación, intentando deleitarse con las paredes llenas de grabados que parecían constelaciones.
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Una Guerra de Rosas y Espadas #PGP2024
FanficVALQUIRIAS DE PRYTHIAN 1 Las Valquirias cayeron en la Guerra Negra, perdiéndose en la historia. Nada queda de ellas más que los recuerdos de quienes estuvieron en ese entonces. Sin embargo, si se mira entre las sombras, por el rabillo del ojo, quizá...