Y, como la última vez, la casa está totalmente vacía. Como si nadie hubiera vivido allí en años. Qué digo años. ¡Décadas! Si me había quedado extrañado la última vez, esta no fue diferente. El frío era intenso, como cuando pasas por el pasillo de los congelados en el supermercado. Lara también lo notó y me miró, confusa por la situación.-¿Qué hacemos aquí, Leo?
-Te lo he dicho, rescatar a Dani... mi amigo -y decirlo en voz alta fue reconfortante. Mi amigo. Le había conocido solo hace unos días y ya confiaría en él hasta mi propia vida. Porque si no confiamos en nuestros amigos, ¿qué nos queda?
-Vale, vale -dijo, tratando de calmarme —. Importante, ¿dónde crees que lo tendrán retenido?
-Si pasa lo mismo que la última vez -y Lara me miró con cara de pánico —, debería estar en la planta de arriba, en una habitación secreta.
-Sabes llegar, ¿no?
-Creo que sí, aunque esta casa es un poco... ¿rara? Creo que cambia a placer. ¡Ah! Y cuidado, creo que hay un terpaku suelto -dije mientras echaba a andar hacia la escalera que subía al piso de arriba.
-¿Un qué?
-Terpaku. Una especie de espíritu parásito. Se supone que se queda atrapado en el sitio donde ha muerto y lo invade, como... como si fuera moho, supongo.
-Y eso es malo, entiendo -susurra.
-Pues el de aquí sí lo es. No podemos estar mucho tiempo aquí, así que tenemos que darnos prisa. -Nada más decirlo, me acerqué a una de las ventanas laterales y tiré con fuerza de uno de los listones de madera que la cubrían.
Entonces Lara me cogió del brazo y me miró con seriedad. Podía ver miedo en sus ojos, sí, pero también deseos de aventura. Por muy raro que suene.
—¿Por qué no podemos estar mucho tiempo aquí?
A ver cómo se lo decía sin que flipara demasiado...
—Cuando más tiempo pasemos aquí, más probable es que se nos quede pegado, ¿sabes? Nos lo llevaríamos allá donde vayamos.
—¿Y cómo sabes que no se te ha pegado ya? Es la tercera vez que estás en esta casa... —Su pregunta me heló la sangre. ¿Y si esa era la razón por la que la casa parecía abandonada? ¿Y si me lo había llevado ya? No, joder, Leo. No pienses en eso. Ahora hay que centrarse en salvarse a Quim.
Negué con la cabeza y le indiqué con la mirada las escaleras cuando escuchamos un crujido proveniente de la cocina. Los dos nos pusimos en alerta. Yo con mi listón de madera. Lara, con una rapidez increíble, sacó la pistola de su bolsillo y apuntó hacia la oscuridad.
—¿Quién anda ahí? -gritó Lara y yo le mandé callar al instante. Pero ya era tarde. Porque, después del crujido vino otro, luego otro más y tras ese, el silencio. El frío se hizo más intenso y la oscuridad cada vez más negra. Igual que la última vez —. ¿Qué coño está pasando?
—Tenemos que subir, Lara.
Tirando de su brazo, fuimos hacia las escaleras pero había algo en el primer escalón, una sombra negra que miraba directamente hacia nosotros. Una sombra negra a la que se solo se le veían los dientes. Unos dientes que no dejaba de rechinar. Ris, ris, ris.
—¿Te puedes apartar? —masculló Lara y apuntó con la pistola.
La sombra no respondió, pero siguió rechinando los dientes. Ris, ris, ris. Y, a cada rechinar, la oscuridad era más penetrante a su alrededor. Como un agujero negro, y nos iba a acabar absorbiendo. Lara, sin pensarlo mucho más, disparó a la sombra, pero ni siquiera le afectó. Ris, ris, ris.
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Bajo la lluvia (en pausa)
HorrorVerano en Madrid. Los últimos cinco días están siendo los más lluviosos del año. Y Quim, cada tarde que sale de su clase de teatro, se olvida el paraguas. Leo, con el que no se lleva especialmente bien, aparece todas las tardes con su paraguas y se...