Capítulo 24

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—Espera, espera. ¿Cómo-cómo que era la novia del fantasma? ¿El fantasma tenía una novia? —pregunté, totalmente desubicado.

    —Hombre, el fantasma era un hombre antes de convertirse en... en lo que sea que se haya convertido. Mi madre tenía unas notas sobre ello. Había llegado hasta un asesinato en... —y abrió una carpeta que sujetaba en las manos —, en 1919. Y bueno, parece que un periódico de la época documento un triple asesinato y un suicidio posterior.

    —¿Y cómo sabemos que eso era el Fantasma de la lluvia? —pregunté, repentinamente interesado.

    —Escucha, escucha. Ese triple asesinato... bueno, eran tres maleantes, lo digo así porque los llaman así. Yo los habría llamado hijos de puta —masculló Lara —. Y aparecieron los tres degollados. Es decir, con la garganta rajada.

    —Sé lo que significa degollado.

    —Por si acaso. Al parecer, esos tres se dedicaban a robar y violar a mujeres del barrio. La última víctima fue Carolina Flor. O eso dicen en la noticia. Y, fíjate ahora lo que te voy a decir... Delante de la casa apareció otro chico, también con la garganta cortada, y resultó ser el prometido de Carolina. Según los vecinos, entró en la casa de los tres chicos y les asesinó a sangre fría. Venganza, supongo.

    —Joder.

    —La putada es que no pone su nombre por ningún lado. Solo se refieren a él como "el prometido". Parece que la tal Carolina Flor debía de ser de la alta sociedad o algo así, o tener dinero. Porque la noticia es ella, básicamente. Luego hacia el final ponen que, cuando se encontró el cadáver, no tenía párpados y su labio inferior estaba desgarrado. Seguramente por ratas o algo así. Dios, pobre.

    —¿Así que ese es nuestro fantasma? Joder, nunca pensé que fuera a tener una historia detrás, la verdad.

    —Ya, bueno. Todo drama siempre encierra una historia —reflexionó Lara.

    Y claro, yo no podía sentir pena por el Fantasma de la Lluvia, pero sí por aquella persona que un día fue. Quiso hacer la justicia por su mano y... bueno... no le salió tan bien como esperaba.

    —Espera un segundo, ¿y la casa donde vivían esos hombres...?

    —Sí, exactamente la misma casa en la que estuvimos ayer.

    —¿Por eso la habrán elegido para hacer sacrificios? ¿Por-por el asesinato o algo así? Dios, Dani sabría estas cosas.

    —¿Qué tal está? —preguntó Lara con cara de tristeza.

    —Pues creo que bien, bien. La pierna debe de estar curada ya y, si no me equivoco, le daban el alta hoy —dije y sonreí sin querer. Tenía ganas de volver a verle, de saber que estaba bien. Se había convertido en una persona MUY importante para mí —. Si quieres puedes venir conmigo a verle.

    —No, no, tranqui. Voy a... voy a ir a hablar con ese descendiente de Carolina. Creo que podría ayudarnos.

    —Te acompaño.

    —No, no. Voy a usar... bueno, voy a usar las credenciales de mi madre, así que mejor que no vayamos dos. No quiero asustarle ni nada —me explicó. —Ve a ver a Dani. Hablamos luego y te informo.

    —¿Seguro?

    —Seguro —asintió y, colocándose de nuevo la capucha de su impermeable, volvió a la lluvia y desapareció al final de la calle.

    Seguía lloviendo, aunque con poca fuerza. Estábamos cerca de saber quién era el Fantasma de la Lluvia. No nos quedaba nada para saber su identidad, su nombre. Y ya lo había dicho Dani. "Los nombres tienen poder". Ya lidiaríamos con toda la secta del Príncipe Rojo después. Lo importante era acabar con los asesinatos. Y recuperar a Quim. Esperaba y deseaba con todas mis fuerzas que, al derrotar al Fantasma, consiguiéramos traer a Quim de vuelta. Le había escuchado ya en varias ocasiones. Tenía que estar vivo en algún lado. Estaba seguro de ello. Necesitaba creerlo. No-no podía desaparecer así de mi vida. Me negaba.

Bajo la lluvia (en pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora