Sandra
Él me pone nerviosa, mis hermanos tenían razón con él. En el poco tiempo que lleva en Colombia ha intentado embaucar a varias de mis amigas, ellas me han dicho que no ha sucedido nada, que sólo habían coqueteado. No quiero que ellas se acerquen a él, es un malparido que se cree que por tener un buen físico puede tener a cualquier mujer a sus pies. Pues eso no va a pasar conmigo, no voy a caer en su red.
No entiendo por qué mi hermano Mario los ha tenido que invitar a nuestra casa, sobre todo a ese Héctor, no me gusta él. Hay algo que me pone los vellos de punta cuando estoy cerca suyo. Está casado y con un hijo pequeño, sin embargo, no ha dejado de mirarme de forma extraña. Por suerte se fue hace dos días. Hoy es la última noche que los mexicanos pasan en nuestra casa, mañana por la tarde se marchan a la suya. El problema es que mi hermano me ha obligado a llevar al Güero al club La India para que esté conmigo y con mis amigos. Por más que me he negado mi hermano no ha cedido, así que ahora debo llevarlo conmigo y con Pedro, mi mejor amigo y el de mi prima.
Un suspiro me abandona.
Anoche, Tadeo se lanzó a la piscina con El Güero cuando me dijo que si veía su pene me lanzaría a por él. A ver, no soy ni virgen ni santa, mi primera vez fue con dieciséis años con un compañero de clases, un desastre, ninguno de los dos llegamos al clímax, él salió corriendo asustado cuando vio la sangre y yo me quedé tan confundida que llegué a casa llorando. Tuve que mentir, mucho, mis hermanos creían que había ido a estudiar con Fer, obviamente no fue así, así que les tuve que decir que había peleado con ella, luego tuve que pedirle a Fer que mintiera por mí. La bola se hizo tan grande que, finalmente, les tuve que volver a mentir a mis hermanos diciéndoles que había quedado con un chico para darnos un beso. Sí, buscaron a ese chico por tierra y mar, no dieron con él, por supuesto, les había dado un nombre falso. En cuanto a mi compañero de clases, no volvimos a hablar nunca más, él estaba muy avergonzado y yo no tenía ganas de hablar con alguien que me había dejado abandonada en su propia casa.
Gala se sienta frente a mí en el sofá, el sol calienta hoy más que nunca.
—Si sigues tomando tanto el sol terminarás pareciéndote a Michael Jackson cuando era niño— me dice mi prima.
—Eres muy graciosa, deja de juntarte con Tadeo.
Gala sonríe. Me gusta verlos juntos, es mejor que verlos discutir. Mis ojos se posan en su enorme barriga, en serio, no sé cómo su cuerpo puede sostener tremendo tamaño.
—¿Te duele?— le pregunto.
—Un poco, hoy parece que menos, pero no creo que dure mucho.
Aún no hemos hablado, cuando llegó de Los Ángeles con James le di espacio, necesitaba descansar. Me dolió mucho enterarme de que Pedro sabía la verdad sobre Tadeo y ella y yo no. Sé que Pedro lo descubrió, pero pensé que Gala y yo teníamos más confianza. Aunque, supongo que siempre lo supe, vi cómo se miraban cuando pensaban que nadie los veía. Claro que, como era pequeña, pensé que me lo había imaginado todo. Ahora, mirando su enorme vientre, sé que nunca imaginé nada.
—Sandra, yo...
—Lo entiendo, prima. Tadeo estaba traumatizado por lo que pasó y tú sólo querías protegerlo.
—En parte, pero también tenía miedo de perderos a Mario y a ti.
—Nunca te habría juzgado por algo así.
—Lo siento mucho.
Me levanto de la tumbona y me siento junto a mi prima, ella me abraza por la cintura apoyando su cabeza en mi pecho, acaricio su vientre con mi mano, mi sobrino no deja de moverse.
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LA PRINCESITA #2.5 [Disponible en físico]
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