CINCO

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Daniel

Miro de arriba a abajo a Sandra, sigue igual que hace dos meses. ¿Se acordará de lo que pasó entre nosotros? Sus ojos se posan en mí.

—Hola— me dice.

Frunzo el ceño, creí que no iba a dirigirme la palabra. En definitiva, ganó la apuesta y no he vuelto a pisar su país, así que creí que no habría ningún tipo de relación entre nosotros.

—Hola, princesita.

Pasa por mi lado para saludar a mis padres detrás de mí. Miro por encima de mi hombro, mis ojos van a su culo, está tan apretado en esos pantalones tan pequeños que lleva puestos. Mis manos pican por tocarlo y azotarlo. Siento un golpe en mi brazo, Tadeo sonríe ampliamente cuando lo miro, tiene en sus brazos a su pequeño hijo de un mes.

—¿De dónde lo has robado?— le pregunto.

—Cabrón, culicagado— protesta— ¿No ves que es igual a mí?

Mi pecho vibra por la risa, finjo examinar al niño.

—Se parece a su madre, no a ti— le digo.

—Hijo de puta— murmura Tadeo.

En realidad, el niño se parece a él, sólo me gusta molestarlo.

Mi madre se lleva a la mitad de los invitados a un ala de la casa, mi padre a otro y yo al restante. Sandra, Gala, Tadeo, Marcelo y Camelia vienen conmigo. Rodeo la cintura de Camelia con mi brazo, aunque no sea la cintura que quiero rodear.

Nos detenemos en la primera habitación, se la ofrezco a Marcelo.

—No— gruñe— Está demasiado lejos de la de Camelia y tengo que vigilarla.

—Pero si aún no sabes cuál es la de ella— le digo.

Presiona su enorme dedo sobre mi pecho.

—Vas a ponerla cerca de tu habitación, Bastian y Edoardo me han ordenado vigilarla.

Camelia quita mi brazo de su cintura. Se encara enfadada a Marcelo.

—Deja de molestarme— le dice en español.

Luego comienza a hablarle en portugués demasiado rápido como para captar algo.

Suspiro.

—Os dejo aquí— les digo— Camelia, la habitación de la derecha es la tuya.

Ella gruñe frustrada, nunca le ha gustado que la controlen. Sigo caminando por delante de Gala, Tadeo y Sandra.

—Esta es la vuestra— le digo a Tadeo y Gala— Tenéis una cuna dentro.

—Mi niño duerme conmigo, pelado— me dice Tadeo.

Le saco el dedo medio, él sonríe antes de perderse en el interior de la habitación con su mujer. Miro a Sandra.

—Te ha tocado la habitación contigua a la mía— le digo.

—Bien.

Frunzo el ceño.

—¿Bien?— pregunto— ¿No vas a protestar?

—No.

Aprisiono su cuerpo entre el mío y la pared, pongo una mano en la pared junto a su cabeza.

—¿Por qué estás tan extremadamente callada?— le pregunto— No has peleado conmigo, ni siquiera un insulto.

—Porque no necesito hacer eso en este momento.

Hundo mi nariz en el hueco de su cuello, su piel se eriza y hace que mi polla se remueva en mis pantalones.

—¿Lo has recordado?— le pregunto.

LA PRINCESITA #2.5 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora