Sandra
1 año después
—Me haces cosquillas— me rio en voz baja.
Dani me besa el cuello, sus dedos están aferrados a mis caderas. Mañana es nuestro segundo aniversario de bodas, iremos los dos solos a Houston para celebrarlo, Dani quiere llevarme al restaurante donde me prometió que algún día me llevaría cuando nos mudamos a casa de sus abuelos. Le dije que no era necesario, que era perfectamente feliz comiendo hamburguesas en el campo donde la vaca me robó mi comida. Pero él está obcecado en llevarme a ese lujoso restaurante y cumplir su promesa.
—Chiquita— susurra en mi cuello.
—Vamos, hazlo rápido.
—No voy a hacerlo rápido, quiero ir despacio.
Me penetra lentamente mientras me mira a los ojos.
—Va a despertarse— le digo.
Mi esposo pone los ojos en blanco.
—Tiene un puto radar— gruñe.
Me folla más rápido y más fuerte, aprieto con mis manos el cabecero de la cama cuando comienza a hacer ruido.
—Te dije que lo cambiaras— regaño a mi esposo.
Me rodea la cintura con su brazo, apretando para mantenerme firme.
—Fue sin querer— se defiende.
—¡Lo rompiste!— lo reprendo sin gritar.
Él sonríe. Lo abofeteo con mi palma en el pecho. Hace un mes que rompió el cabecero de nuestra cama al follarme tan fuerte que hasta su hermano nos escuchó, estuve varias semanas sin mirar a Gabriel a la cara, me daba demasiada vergüenza hacerlo. Por Dios, nos había escuchado teniendo relaciones porque mi esposo fue tan jodidamente bruto que me estaba rompiendo por dentro del placer. Creo que toda la familia se ha acostumbrado a nuestro sexo, Dani ha profanado cada rincón de esta casa conmigo. Teresa y Ligia nos descubrieron en la bodega una tarde, Ligia salió corriendo asustada, pero Teresa se fue riéndose.
—Papi.
Mi esposo se congela.
—¡Te lo dije!— le grito— Tenías que hacerlo rápido, ella sabe cosas.
—¡Sí!— grita mi esposo— Sabe perfectamente cuando sus padres se ponen a follar, joder.
Se levanta de la cama molesto, sigue tan duro como al principio, lo observo mientras se pone un pantalón de chándal. Me cubro la boca con la sábana de la cama para reírme en silencio. Cada vez que intentamos follar en la habitación, Patty lo sabe, reacciona llorando o despertándose en su cuna. Dani toma a nuestra hija en sus brazos.
—Eres igual a tu madre físicamente, podrías haber heredado su personalidad y no la mía— le dice.
—Papi.
Mi esposo le da un beso en la frente, luego me la entrega, Patty baja la sábana de mi pecho y se engancha a él.
—Se suponía que iban a ser mías esta noche— protesta él.
—Volverán a ser tuyas cuando se duerma— le digo.
—Así no hay forma de hacer otro bebé, Sandra, necesito hacerte el amor, no follarte como un puto conejo.
Inclino la cabeza a un lado, golpeo el cabecero de la cama con mis nudillos.
—¡Eso fue sin querer!— chilla— A partir de mañana, patito dormirá en su habitación, ya tiene un año.
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LA PRINCESITA #2.5 [Disponible en físico]
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