Daniel
—Una niña— solloza mi madre— Estoy tan feliz.
Mi padre se limpia las lágrimas de los ojos. Aún no les hemos contado que ayer, Sandra y yo, nos casamos.
—Se ha hecho de rogar, ya tenía ganas de saber qué era— dice él.
Sandra se frota la barriga con su mano, ha crecido mucho estos meses. Me encanta besarla y dormirme abrazándola, mi princesa se mueve y eso me ayuda a relajarme porque sé que está sana y salva en el vientre de su madre.
—Patito es tímida— dice Sandra.
—Creo que patito no es tímida, más bien le gusta que estemos pendientes de ella— dice mi padre— ¿Creéis que podríamos ir a veros?
—Papá...
—Por favor, no le diremos a nadie a dónde vamos, necesito veros y también necesito sentir a mi nieta.
Miro a mi esposa, joder, me encanta llamarla así. Ella asiente con una sonrisa.
—Está bien, pero tomad todas las precauciones necesarias— les digo.
—Lo haremos, hijo— contesta mi padre con una enorme sonrisa.
—Tomaremos dos vuelos diferentes e iremos en tren hasta donde vivís— dice mi madre.
—Gracias, mamá.
Sandra carraspea.
—Tenemos que contaros algo— les digo.
—¿Es algo malo?— pregunta mi padre.
—Depende— murmura Sandra en voz baja.
Tomo la mano de Sandra, es mejor cortar por lo sano, les enseño a mis padres la alianza en su dedo. Mis padres se quedan con la boca abierta.
—¿Mamá? ¿Papá?
—¿Os...?— mi madre tartamudea.
—Ayer— contesto— En una capilla de aquí de Las Vegas.
—Enhorabuena, mi vida, a los dos. Hacéis una gran pareja— dice ella.
Mi padre se levanta y se marcha.
—Hablamos más tarde— dice mi madre.
Sandra agacha la cabeza, la tomo por la barbilla con mis dedos y la obligo a mirarme a los ojos, los suyos están llenos de lágrimas no derramadas.
—Él está bien— le digo.
—Está enfadado.
Niego con la cabeza. Realmente, mi padre no está enfadado, lo conozco lo suficiente como para saber esto, está dolido porque no ha asistido a mi boda, quiero hacer una pequeña celebración para cuando ellos estén aquí, tengo algo de dinero ahorrado, invitaré a mis padres al restaurante del casino donde trabajo, es caro, pero la ocasión lo merece.
—Yo me ocupo de esto, ¿de acuerdo?
Sandra asiente. Le doy un beso en los labios, la temperatura de mi cuerpo sube poco a poco mientras profundizo el beso. Sandra me calienta mucho, no hay día en que no la desee, me gusta desnuda, vestida, en bragas, da igual, me gusta en todas sus versiones. Cada mañana, antes de irme a trabajar, la follo bien, mi esposa no puede quedar insatisfecha, y, para ser sinceros, yo tampoco. Aprovecho todo el tiempo libre que tengo para estar con ella, he descubierto tantas cosas de Sandra estos meses, le gustan las mismas cosas que a mí, adora las películas de superhéroes, las de Star Wars, Alien... Vemos una cada noche antes de irnos a dormir. Lo que menos me gusta es cuando me dice que se ha acostado con tantos hombres como yo con mujeres, no soporto imaginarla en brazos de otros. Quiero encontrarlos uno a uno y matarlos. Sobre todo al tal Emiliano ese, se aprovechó de su estado de embriaguez para besarla más tiempo del necesario.
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LA PRINCESITA #2.5 [Disponible en físico]
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