Sandra
La cabeza me va a estallar, me he despertado con tanto dolor que hasta he tenido que darme un baño de agua fría. El Güero y su hermano se fueron hace un rato, ese idiota no ha vuelto a dirigirme la palabra, no recuerdo mucho de anoche, sé que le gané la apuesta, así que, supongo que está molesto por eso. Yo no podría estar más feliz, bueno, sí que podría si no me sintiera como la mierda. No debí beber tanto anoche, no debí haber bebido en absoluto, hay un persistente sabor en mi boca, me he lavado los dientes demasiadas veces, he comido, bebido zumos y leche, nada me quita esa sensación de asco, el sabor a tabaco barato y menta. Cada vez que lo pienso me dan ganas de vomitar. Creo que hice algo que no debía anoche, no lo recuerdo, Pedro y Fer no saben nada, dicen que me perdieron de vista un rato, cuando me encontraron ya estaba dentro del coche con Nelson y El Güero.
La vibración de mi móvil me sobresalta, lo he tenido en ese estado todo el día, no soporto escuchar nada fuerte, es por eso que estoy en mi habitación, mis hermanos y sobrinos están abajo chillando. Hoy es nochebuena y mi familia se ha reunido en mi casa para celebrarla, bajaré cuando la cena esté lista.
La pantalla de mi móvil se ilumina con el nombre de Pedro, deslizo el dedo en la pantalla para atender la llamada.
—La has cagado— se ríe.
Lo sabía.
—¿Qué hice anoche?
—¡Besar a Emitonto delante de todo el maldito mundo!
Mi estómago se revuelve, salgo corriendo hacia el baño. No, no voy a llegar. Me agacho rápido frente al inodoro, con el vómito golpeando mis amígdalas, lo dejo salir en cuanto levanto la tapa del inodoro. Me siento tan mal, tan mareada, tan asqueada. ¿En qué momento se me ocurrió besar a ese cerdo? Hubiera preferido besar a un vagabundo con los dientes podridos o sin ellos, definitivamente, esa hubiera sido una mejor idea.
—¿Sandra?
—En el baño— contesto sin fuerzas.
Gala se asoma por la puerta.
—¿Cuánto bebiste anoche?— me pregunta.
—Besé a Emitonto, ¿eso responde a tu pregunta?
Mi prima pone cara de asco, bajo la tapa del inodoro y me siento sobre ella. Gala me pone la mano en la frente, su instinto maternal me ha escogido como su conejillo de indias.
—No tienes fiebre— me dice.
—Porque no estoy enferma, necesito una ducha con ácido sulfúrico.
—No te acostaste con él, ¿verdad?
—¡No digas estupideces!— mi voz sale extremadamente aguda.
—Sólo pregunto, podrías haberlo hecho y entonces tendrías un problema de verdad, a saber qué ETS tiene ese cerdo.
—Gala— murmuro cansada— No me ayudas, ya me siento mal por todo lo que bebí.
—¿Quieres que te ayude a ducharte?
Miro su barriga, luego desvío mi mirada a sus ojos.
—Comprendes que no soy tu juguete, ¿verdad?— le pregunto.
Mi prima inclina la cabeza a un lado y pone los ojos en blanco.
—Con alguien debo practicar antes de que Aslan nazca— dice.
Se acerca a la bañera, pone el tapón en el desagüe.
—Desnúdate— me dice— ¿O quieres que lo haga yo?
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LA PRINCESITA #2.5 [Disponible en físico]
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