Sandra
Martincito y Adrián me acompañan a pasear con Patty, van tomados de la mano. Mi hermanito parece mucho más feliz aquí, tiene más niños con los que jugar.
Detengo el carrito de Patty, saco la manta y la extiendo. Martincito y Adrián se sientan en la manta bajo el enorme árbol, saco a mi hija de su carrito y la tumbo en la manta.
Ha pasado una semana desde que llegamos a Reynosa, todo ha estado tranquilo. Nelson me asiente con la cabeza, me sigue a todos lados, me siento más segura así. Lo veo girarse para vigilar, dándome la espalda.
Mi niña abre los ojos, es demasiado despierta para la edad que tiene. Adrián le da un beso en la frente y Martincito lo imita, me he dado cuenta de que hace mucho eso, imitar a mi hermanito. Si Adrián camina con las manos en los bolsillos, Martincito camina detrás de él en la misma postura. Dan ganas de comérselos a besos cuando hacen eso. Luego vienen Lucy y Luna y los mangonean como ellas quieren, esas dos nunca deberían haberse conocido, son igual de mandonas.
Adrián saca de su mochila los juguetes que se ha traído, como siempre, coches y motos.
Escucho un relincho.
—¡Diablo detente!
—¡Señora Sandra!— grita Nelson.
Frunzo el ceño, luego abro los ojos asustada. El enorme caballo negro de Gabriel galopa hacia nosotros, agarro a Patty del suelo, pero ya es demasiado tarde, el caballo está sobre nosotras. Aprieto a mi hija contra mi pecho y encojo mis piernas para protegerla con mi cuerpo, cierro los ojos con fuerza esperando el impacto.
Siento su aliento en mi cara. ¿Nos está olfateando? Abro un ojo, su enorme nariz está pegada a mi cara y la de mi hija. Sí, nos está oliendo. Suelta un pequeño resoplido, luego se echa a nuestro lado.
—Diablo— se ríe Martincito— Es bueno.
Pongo mi mano sobre la nariz del caballo, lo acaricio suavemente. ¿Este es el salvaje caballo del que hablaban Dani y Gabriel?
—Señora— jadea Nelson— Lo lamento, no lo vi venir hasta que ya estaba aquí.
—Señora Sandra— me llama Emilio.
—Está bien, sólo quería presentarse— digo con una sonrisa.
—Es un desobediente— dice Emilio— No obedece a nadie, excepto a la señora Sara y al Patrón.
—Parece que le gusto— contesto.
Diablo le da con su nariz a uno de los pies de mi hija, Patty sonríe.
—Creo que es la morrita quien le gusta, señora— dice Emilio.
Me rio suavemente.
—Puedes dejarlo aquí, Emilio, parece a gusto con nosotros— le digo.
—El Patrón no se va a creer que su caballo esté echado en la tierra— murmura.
Esbozo una sonrisa, Diablo apoya su cabeza en mis piernas. Me quedo totalmente quieta, no quiero asustarlo y que nos golpee sin querer.
—¿Quiere que me quede cerca?— me pregunta Nelson.
—Sí, está bien, pero no le hagas daño si se pone bravo, sólo llévate a los niños.
Él asiente. Acaricio al caballo detrás de las orejas, parece gustarle. Adrián y Martincito han vuelto a su juego con los vehículos de juguetes que han traído. Nunca había estado tan cerca de un animal tan grande, Diablo es precioso. Su pelaje brilla cuando le da el sol, es totalmente negro, como el pelo de Sofía, mamá y Luna. También es tan suave. Le acerco un poco más a mi bebé, parece que ella le gusta. ¿Sentirá alguna especie de conexión?
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LA PRINCESITA #2.5 [Disponible en físico]
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