SIETE

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Daniel

Anoche volví a follármela, esta vez plenamente consciente de lo que estaba haciendo, estaba tan duro por verla en mi cama sabiendo que lleva a mi hijo dentro de ella. Iba a acostarme en el otro lado de la cama, pero no pude aguantarme y me acosté detrás de ella, fue como si un imán me estuviera atrayendo a su cuerpo, no podía dejar de tocarla. De hecho, ahora estoy deseando volver a hacerlo, está en bikini frente a mí, su vientre no ha crecido todavía, lo que agradezco porque aún no hemos decidido cómo vamos a hacer para criar al bebé juntos. Quiero que lo tengamos todo bien atado antes de contarle a los demás lo que pasó. Además, me gustaría tener algo de seguridad a mi alrededor cuando Mario y Tadeo se enteren de la verdad.

Camelia se sienta a mi lado, sacándome de mis pensamientos, apoya su cabeza en mi hombro.

—Anoche no viniste a verme— me dice.

—¿Con El Lobo vigilando? No gracias, no quiero que la bestia de tu hermano me mate.

—¿No hay algún lugar donde podamos ir?

Mis ojos recorren la figura de Sandra de arriba a abajo.

—No— le contesto a Camelia.

—¿Por qué la miras tanto a ella?

—Porque es bonita.

Camelia me toma por la mandíbula con sus dedos, me obliga a mirarla.

—¿Te gusta?— me pregunta.

—Me gustan todas las mujeres, eso ya lo sabes.

—Pero a ella la miras de forma diferente a las demás.

Me encojo de hombros, no voy a contarle nada, ni siquiera se lo he contado a Sara o Amara, definitivamente, Camelia no va a ser la primera a la que le cuente que voy a ser padre.

—Ella es bonita, tienes razón.

Camelia se pone de pie.

—Pero no es como yo, sé lo que te gusta y lo que no, ¿ella sabe hacerte todas esas cosas?

Me pongo de pie imitando su movimiento, mi cuerpo se cierne sobre ella, Camelia puede ser todo lo alta que quiera, pero no es más alta que yo.

—Déjala en paz, no busques problemas con ella, Camelia— espeto.

Camelia sonríe, es una buscadora de problemas, siempre ha tenido un don para eso. Antes me gustaba y me hacía gracia, ahora no me está gustando, no quiero que le haga nada estúpido a Sandra, la meterá en problemas, o peor, hará algo y culpará a Sandra. Como ha hecho tantas veces conmigo y otras personas.

Una sombra enorme aparece detrás de ella, Camelia se cruza de brazos.

—Vas a venir conmigo, ahora— le dice Marcelo— Deja de causar problemas.

—No he hecho nada— se defiende Camelia sin dejar de mirarme.

—Estás advertida— le digo— Déjala en paz, si es que no quieres tener encima de ti a Mario y Tadeo Reyes.

Marcelo la agarra por la parte superior del brazo, la gira hacia él.

—¿Qué has hecho esta vez?— le pregunta molesto.

—No he hecho nada— repite ella— Suéltame pedazo de bruto.

Marcelo no cede en su agarre. Me siento de vuelta en mi lado de la tumbona doble. Es cuando me doy cuenta de que todos los que están aquí nos miran. Mis ojos se encuentran con los de Sandra, ella niega con la cabeza.

—¡Suéltame!— grita Camelia zafándose del agarre de Marcelo.

Todo sucede muy rápido, camina hacia Sandra y la empuja al agua de la piscina. Me levanto de un salto, en dos pasos estoy dentro del agua con Sandra. Le aparto el pelo mojado de la cara.

LA PRINCESITA #2.5 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora