CONOCIENDO A LOS WARREN

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—No, no voy a dejar a mi hija verse con esa tal Dónatelo—dice papa muy enojado.

Marion y yo tenemos la oreja pegada a la puerta escuchando la conversación de ambos.

—¿Quién es Donatelo? —se burla mama.

—Princesa no juegues conmigo—miro a Marion que sacude la mano, como toda chismosa—no quiero que mi sol, este a solas con ese muchachito.

Gruñe y pone especial acento en la palabra «muchachito» como si en verdad le molestara.

—Amor, no tiene nada de malo—insiste mama.

—Porque no vienen a estudiar ese dichoso guion aquí en la casa.

Mama se ríe a carcajadas y me gustaría verle la cara a papa. Aunque no es difícil imaginarse.

Mirada fija, cejas juntas y hacia abajo, con la mandíbula apretada y expresión seria.

—Mi amor, te ves tan tierno cuando estas celoso—Marion cubre la boca con la mano para ocultar la risa.

—Tierno me voy a ver cuándo estrangule a ese chico—gruñe papa y no me va a dejar ir.

Yo quiero ir. Pero si mama no lo convence, no lo hará nadie.

—Me muero de amor por ti cuando estas así, bruto, terco y celoso—escucho la voz de mi mami—pero Merilla ira a casa de ese chico, nuestra hija sabe defenderse, el chico es buena persona, así que señor McDonald's, se calma, deja de ser tan necio y le brinda a su hija lo que necesita.

La única persona capaz de hacerlo cambiar de opinión es mama.

—¿Y que se supone que sería?

Sé que no quiere después de mama contarle sobre la crisis que tuve. Y me da tanta rabia esto, porque en ocasiones siento que pierdo el avance que poco a poco voy teniendo.

—Confianza y seguridad mi amor—le sonrió a Marion porque creo que lo convenció y siento un toque de alegría.

—Pero—intenta decir y la pequeña esperanza que tenía decae.

—Pero nada—dice mama determinada—ya, deja de ser tan energúmeno, si no le transmitimos eso a nuestra hija, jamás la tendrá, así que no vamos a discutir más esto y ven, atiende a tu mujer.

Marion y yo nos miramos cuando espesamos a escuchar sonidos raros y salimos corriendo antes de que las cosas se pongan peor. Esperamos en la cocina, una hora después mama aparece y con las mejillas sonrojadas y sonriente.

—Te dejara ir—sonrió y la abrazo agradeciéndole.

—Fue difícil convencerlo señora Ava—pregunta Marion con una sonrisa juguetona y con un doble sentido que todos entendemos.

—No—responde mama—fue divertido.

—Pensé que era complicado, porque hasta aquí escuchamos como discutían.

Sonríe maliciosa mi amiga y sacudo la cabeza con su imprudencia.

—Marion—la regaño.

—Pídeme más cosas así mi amor—mama sonríe y besa mi mejilla—siempre estoy dispuesta ayudarte.

Dice mama acercándose al frigorífico y comienza a sacar cosas para preparar el desayuno.

—Mami, entonces yo...

—Se me olvidaba cariño—dice, voltea y muerde una fresa—iras, pero tienes que llevar el gas pimienta, la navaja que te regalo tu tía Cruella y hasta una bomba—mama rueda los ojos y sonrió mientras ella anuda el albornoz—envíale mensajes cada media hora, repórtale donde estas en cada momento, ah, por favor, que no te olvides de las técnicas y provocar mucho dolor.

HASTA RESPIRARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora