FRACTURA

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—Mierda—exclama Marion que mira por encima de mi hombro, la boca la tiene abierta y su expresión es de tal asombro que me obliga a voltear.

Observo con detenimiento a la mujer que se acerca caminando con imponencia. Tiene tacones altos, un vestido rojo sin mangas divino que le queda pegado a su cintura. La melena rubia le llega a los hombros y trae en ambos brazos a dos pequeñas hermosas.

Parpadeo varias veces, es, es mi tía Cruella.

Me quedo con la boca abierta mientras la miro acercase y no somos los únicos impactadas. Estamos en descanso de clases y los alumnos que se encuentran en el pasillo no pueden apartar los ojos de la mujer que, cargando a sus dos hijas, camina como una reina, robándose las miradas, suspiros y todo el protagonismo.

Divinidad en movimiento.

—¿Tía que haces aquí? —pregunto perpleja.

—Llévame con ese entrenador de mierda—sostiene a ambas nenas—nadie le dice a mi ahijada que es una chica sin importancia y creerá que Cruella Lawless no vendrá a ponerlo en su lugar.

—Se prendió esta joda—exclama Marion con una sonrisa tétrica.

Le doy con la cadera para que guarde silencio.

—Tía, no es necesario que...

—Me gusta mas que me digas madrina—me dice interrumpiendo—soy como tu hada, la cual te cumple todos tus deseos, pero más hermosa, ingeniosa y malvada.

Coincido.

—Pero—sacude la cabeza para que no hable.

—Y si, es muy necesario, así que no me hagas perder tiempo, soy una empresaria, directora de mis propias empresas, esposa y mama, así que como veras, no tengo tiempo para perder.

—Juro que quiero ser como tú—mira a Marion mientras acomoda a Reina mala.

La pequeña usa un conjunto rosado de falta, chaleco y boina que le queda para comérsela a besos.

Y Cruel Reina lo mismo, pero rojo.

—Como yo nunca serás pequeña, no puedo engañarte con eso, pero échale ganas, de esa manera llegaras a ser alguien en la vida.

No sé si reírme, eso fue cruel, pero miro a Marion que sonríe como si le hubiese dicho las mejores frases motivadoras.

—Tu eres el tipo de persona al que se le reza—sigue mi amiga idiotizada.

No es la única, no dejan de mirar todos los alumnos y quien no, esta rubia con sus gemelas es despampanante.

—Me caes bien Marion—le responde mi tía, y esas palabras me las va a repetir por un mes, si es que estoy de suerte.

Todos los días no deja de decirme que mi papa es su padrino.

—Madrina—me sonríe levemente cuando la llamo como quiere.

—Yo te llevo—me interrumpe Marion y abro los ojos.

—Perfecto.

Intento decir algo, pero mi madrina sigue a Marion dejándome atrás. Conozco a mi familia, así que no gasto saliva, tratar de convencerla es tiempo perdido y lo único que puedo hacer es seguirlas.

Estoy nerviosa, y respiro profundo, se como buscar calma para no entrar en pánico y las sensaciones vividas con mi primer beso son un lindo antibiótico.

Llegamos al campo de futbol, en dos días es el partido y creo que hoy el entrenador los esta exigiendo mucho más. A lo lejos como de película todos los chicos se detienen y comienzan a quitarse los cascos de protección cuando ven a Cruella.

HASTA RESPIRARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora