ROMEO & JULIETA

914 80 113
                                    

—Después de mi segundo intento de asesinato—le hablo a mi Psicóloga—Male, mi hermano debido a mi conducta suicida me interno en un centro de sanatorio y te lo juro Sofía, fueron los dos meses más felices de mi vida.

Sonrió porque esos momentos en verdad supe que era salir del infierno.

Dolía, pero estaba feliz de estar fuera de casa, alejada de David, escapar de esa condena.

Los primeros días, dormí, dormí tanto y lo hice sintiendo una verdadera paz. No tenía miedo a que el monstruo llegara hacerme daño como siempre lo hacía.

Con David descubrí que los monstruos existen y no están debajo de la cama, o escondidos en el armario, se hacen llamar humanos y a veces están mas cerca de lo que nosotros pensamos.

—¿Y qué paso? —me pregunta y abrazo con ambas manos el pocillo que tiene aromática.

Esta caliente, me gusta las bebidas calientes.

—Que la felicidad me duro poco, no estaba destinada a ser feliz—suspiro—porque después del segundo mes, podían irme a visitar y David no podía abusar de mí, sin embargo, no perdía el tiempo para amenazarme, diciéndome que tenía que mostrar mejoría rápido porque si no, iba a matar a mi hermano y a mi hermana Cathia.

—Entonces tu...

—Si—me limpio las lágrimas—mostré mejoría por más que no quería, me esforcé por pasar las pruebas, verme anímicamente y físicamente mejor, colabora con alimentarme mejor, cumplir con las tareas diarias, mentir perfectamente a la psicóloga y en un mes yo estaba lista para volver al infierno, pero no quería tener en mi conciencia la muerte de mis dos hermanos.

—¿Porque no te amenazaba con Randall, porque el no?

—Randall era el más distante con todos nosotros, lo amaba, pero yo no tenía ese apego emocional como si con Male y Cathia—respondo—entonces sabía que no surtiría tanto efecto amenazándome como si lo haría con ellos.

—¿Que paso cuando volviste? —se me hace un nudo en la garganta.

Ya se podrán imaginar, yo.... Me duele mucho recordar ese instante donde quería tomar un cuchillo y cortarme el cuello.

—No sabes el miedo que sentía—me duele el pecho—cuando di el primer paso para ingresar a la casa que para mí era como ir a la mansión del terror, me orine en mis pantalones.

Casa del terror donde los monstruo si te hacían daño, no solo te asustaban, me dejaron heridas permanentes.

Dejo la taza a un lado y me cubro la cara con ambas manos llorando.

—Sigue Merilla—trago el nudo de emociones llenas de tristeza que me queman el pecho—sé que es difícil, pero tenemos que hablar sobre eso.

—Me sentí tan avergonzada, mis hermanos estaban presentes y corrí a mi habitación donde me encerré con temor, sentía que la piel se me calcinaba, no podía respirar y creí en un momento que iba a tener de nuevo una crisis.

—¿Que paso en la noche? —la miro y las lágrimas caen solas.

—Me violó.

Me muerdo el labio inferior bajando mi mirada, siento mucha pena contándole esto y solo puedo darme cuenta de cómo mis lágrimas caen gota por gota mojando mis manos.

—Que te dijo esa noche Merilla—paso saliva.

—Me dijo que yo era débil, por eso no valía nada, estaba hecha de mierda.

Me arde la garganta repetir esas palabras. Miro a Sofía que espera que diga algo mas como si pudiera leer mis pensamientos.

—Yo—siento que no puedo respirar—mientras me violaba me decía que estaba más estrecha, que esos días de vacaciones me sirvieron y se me notaba.

HASTA RESPIRARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora