|Saint Van Dooren|
|Días después...
Un pequeño cementerio a las afueras de la ciudad.
Una capilla que se resquebrajaba ante la presencia de la pena y el dolor.
Un montón de corazones rotos que jamás volverían a latir igual que antes.
Mamá había arreglado los detalles de su funeral con el tío Nolan semanas antes de mi accidente. Eligió sus flores favoritas y le dio una lista de las personas que debían ser notificadas. La cantidad no llegaba a llenar todos los bancos del sitio que había elegido para ser velada, pero ella siempre había dicho que la calidad siempre era preferible a los números altos. Su mejor amiga miraba el altar con un gesto vacío, los ojos hinchados escondidos tras unos anteojos oscuros. Había regresado de Normandía con la noticia y había mantenido una expresión neutra frente a papá y a mí para luego desaparecer y reaparecer con el maquillaje corrido y los ojos rojos. Ni bien me vió, trató de sonreír. Pero el esfuerzo fue demasiado y las lágrimas volvieron a atormentarla.
Ex compañeros de trabajo y de la universidad también habían asistido. Nombres que pasaron por mi cabeza sin mucha fuerza y trataron de mostrarme consuelo con un ligero apretón de hombro y palabras que no servían.
Mi corazón continuaba latiendo a un compás descompuesto y había acabado con mis lágrimas después de tres días encerrado en la habitación de mis padres.
Negado a ver a cualquiera que quisiera entrar, a cualquiera que quisiera sacarme de allí.
Mis amigos y Ethan también habían venido, pero los cuatro se mantuvieron junto a mí como una coraza dispuesta a protegerme de cualquier nuevo golpe del universo. El estirado había intentado hablar conmigo los anteriores días, pero yo me había negado a escuchar cualquier cosa que tuviera para decir. No podía.... no podía enfrentarme a nadie todavía. No cuando aún seguía soñando con despertar y que todo no hubiera sido más que una horrible pesadilla.
En el fondo, la sensación de pérdida parecía irreal. El dolor que atenazaba mis costillas se sentía tan ajeno y a la vez propio y profundo que amenazaba con manifestarse con una risa histérica. Porque no podía ser real, no podía... ¿por qué tenía que ser real?
Luego de la misa, mi tío Nolan se encargó de dar un pequeño discurso en conmemoración a su hermana mayor. Contó como ella lo había apoyado cuando su esposa quedó embarazada de Alan a los diecisiete años; como le había enseñado a preparar un biberón decente cuando no quería despertar a su novia justo cuando ella había logrado dormir después de días. Rememoró su niñez en la granja de mis abuelos y el como ella le contó que estaba embarazada de mí en la misma cuadra en la que habían aprendido a montar; describió el brillo emocionado en sus ojos y la manera en la que abrazaba su barriga que aún no tenía un solo signo de crecimiento.
Comenzó a llorar casi al final y su voz se rompió en miles de pedazos. Tardé en darme cuenta de que yo también lo estaba haciendo, al igual que mi padre y mis abuelos. Tuve que desplazarme fuera de mi silla y avancé a paso rápido hasta la puerta que daba al patio trasero de la capilla. El exterior me recibió con una brisa fresca que sirvió para terminar de destruir la represa que mantenía al dolor encerrado en una precaria jaula.
Me alejé lo más que pude cuando el primer sollozo salió de mis labios sin poder evitarlo. Y las lágrimas comenzaron a caer a raudales por mi rostro. Sorbí con fuerza, sintiendo como mi corazón volvía a destruirse y el llanto me sofocaba junto al dolor. Quería aferrarme a la idea de la imposibilidad, de la tontería de la muerte y la ausencia que marcaría el resto de mis días. Pero los segundos pasaban y ella no volvía para consolarme, el tiempo se escapaba de mis manos y se burlaba de mí por no tener el poder de hacerlo volver hacía atrás y recuperar lo que me habían arrebatado.

ESTÁS LEYENDO
De Perdedores y Otras Catástrofes
Teen FictionLo único que Saint Van Dooren odia más que perder, es hacerlo siempre contra Ethan Mc Clarence. Mientras que, para este, aquella rivalidad es lo único que lo mantiene a flote en su caótica existencia. Y hará lo que sea para mantenerla. Incluso, come...