Capítulo I

242 17 0
                                    

Llevaba días en contacto con una familia que me abría las puertas de su hogar, acogiéndome como un familiar más.

Desde el primer instante me transmitieron confianza y su única hija, una niña de diez años, era muy adorable.

Ambos trabajan en un restaurante; me comentaron que suelen estar un poco desbordados porque la mujer tiene que quedarse cuidando de la pequeña y contratar a alguien que de tranquilidad no era nada fácil.

Grace me acompañó hasta el aeropuerto.

Le debía de gustar sufrir, porque se notaba bastante que no había dormido nada por la noche.

Me esperaba un vuelo de más de doce horas.

-Toma-Me entregó un sobre blanco.

-¿Qué es?

-Leelo en el avión.-Me abrazó, como si no me fuera a ver nunca más-Llamame en cuanto puedas y no ligues mucho.

-¡Te olvidas que tú eres la experta en eso y yo nunca tengo suerte en el amor!

En toda mi vida solo me había gustado un chico.

Nunca tuve el valor a confesar mis sentimientos, en parte, él me sacaba un par de cursos y cuando terminó el instituto perdimos todo tipo de comunicación. Aunque la única vez que cruzamos más de una palabra fue en una fiesta, en la que no estaba invitada pero me colaron gracias a mi amiga que conocía al tipo que había organizado aquello.

Él iba borracho y al día siguiente no se acordaba ni de su nombre.

-Eliges muy mal a los hombres-Rió

-No sé porque crees que voy a tener suerte en Forks.

-A lo mejor encuentras un ser extremadamente raro, que enamore tus sentidos y te toque el alma.

Sacudí la cabeza.

Nos despedimos, evitando las dos, soltar más lagrimas, para no hacer de esto, como si fuese un funeral.

Una vez en mi asiento, al lado de la ventana, abrí la carta.

Por si no encuentras el camino de vuelta, tan solo mira el mapa para saber dónde queda Londres.

Aparte de un collar con el Big Ben.

Ahora comenzaba una nueva etapa en mi vida.

Yo que nunca había salido de Inglaterra y los planes que tenía de adolescente cara al futuro no se comparaban a lo que andaba haciendo, viajar a Estados Unidos.

Siempre había contemplado la posibilidad de mudarme de Londres a cualquier otra ciudad, pero dentro del mismo país.

Mis hermanos gemelos habían sido los primeros en abandonar Inglaterra; Canadá los recibió tan cómodamente que decidieron buscarse allí un piso, a la vez que encontraban trabajo. Un año después, a Cody, le ofrecieron irse a Wisconsin, pero el estar lejos de Archer, no le hacía nada bien a ninguno de los dos.

Ambos llegaron a la conclusión de que era una oportunidad única para Cody, por lo que andan de Canadá a Estados Unidos, haciendo más viajes que un avión.

El siguiente que se marchó y porque le dio la neura, fue mi padre. Tras el divorcio y cansado de que todo lo que planeaba para conquistar de nuevo a mamá le saliese mal, un día decidió hacer la maleta, empezando de cero en Austria. Desde allí, unos cuantos meses más tarde, me llamó, contento de que estaba conociendo a alguien.

Finalmente, mi madre, andaba de aquí para allá, sacando tiempo del trabajo para ver, aunque solo fuese un día, a los gemelos.

En parte, es la razón por la que llevo bastante sin estar con Cody y Archer. Ambos tomaron distancia en cuanto se alejaron de Inglaterra. Nunca nos poníamos de acuerdo para que viniesen solamente a pasar las navidades con nosotras. Todo lo contrario a mí padre, que me compraba el billete y me recibía a gritos junto a su novia, la cual no llegaba aprenderme el nombre de lo extraño que sonaba, en el aeropuerto.

El dulce sabor de La SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora