Capítulo XV

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-¿Entonces tu primera vez no fue un desastre?-Inquirió Grace moviendo la cuchara dentro del té.-¿Ni actuó de forma bruta pensando en su calentón?

Puse los ojos en blanco.

Vine a Inglaterra casi obligada, siendo arrastrada en todo momento por Carlisle que no soltaba mi mano ni a tiros. Tampoco me dejaron despedirme de los Turner; supuestamente Alice, Jasper y Edward se encargarían de ponerles al tanto, mientras nosotros volábamos hacia Londres.

Suspiré.

Carlisle me demostró que era capaz de hacer la maleta en menos de un pestañeo.

Yo estaba casi segura de que había escogido la ropa al tuntún sin pararse tan solo un segundo en mirar que prenda venía mejor para el clima londinense.

Y en el hospital, estaba todo más que arreglado.

¿Por qué les corría tanta prisa el viaje?

Esa pregunta rondaba por los pasillos de mi mente a la vez que clavaba mi vista en las nubes.

-Hace mucho que no voy a Londres-Comentó él dibujando una sonrisa en su rostro.

-¡Desde que me atendiste a mí aquella vez!-Repliqué.

-Enfadada estás muy guapa-Su mano recorrió mi pierna, muy despacio.

Tragué saliva.

Fueron doce horas y pico en las que Carlisle, pasó sus dedos por mi cuello bajando por el costado y se entretenía con el cinturón de mi pantalón.

Yo, con todas mis fuerzas, intentaba mantener mis pensamientos ocupados, incluso viendo una película cualquiera.

Durante unos segundos en los que gire la cabeza hacia él, aprovechó para robarme un beso y salir victorioso cual niño pequeño en pleno campeonato.

Para mí madre fue toda una sorpresa que le presentará a Carlisle.

Nunca antes le había llevado un chico a casa.

Aunque le faltó poco para que se desmayara cuando le comuniqué:

-Nos vamos a casar.

Era difícil superar la palidez de la piel de Carlisle, pues mi madre lo consiguió en ese instante.

Me asusté poniéndome a su lado mientras él, iba a la cocina a por agua.

Después de aquello se levantó, cogió el paraguas y salió por la puerta sin decir ni una palabra.

-No le ha sentado nada bien-Susurré.

Carlisle negó con la cabeza, rodeándome con sus brazos.

-¿Crees que debería haberlo sabido?

-¡Claro que sí!-Contesté rápidamente-¡Además quiero invitarla a la boda!

Pero la forma en la que reaccionó, no solo no me la esperaba, sino que dejaba bastante que desear.

Para no generar más molestias, nos fuimos a un hotel, que casualmente Carlisle ya tenía la reserva echa.

-No voy a dejar que nada me amargue estás vacaciones.

Desabroché uno por uno los botones de su camisa a la vez que le obligaba a sentarse al borde de la cama.

-No haremos ruido-Continué.

Pasé mis labios por su helado torso.

-¿Estás segura de qué lo conseguiremos?

No le respondí, pues estaba ocupada observando como su miembro despertaba gracias a mí lengua.

El dulce sabor de La SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora