Capítulo XXIV

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Lo veía todo muy nítido.

Su cabello parecía más rubio.

El contorno de su perfecto rostro, pasando por sus ojos amarillos profundos -el color mas intenso de lo que recordaba, la nariz pronunciada y recta. Los pómulos marcados, haciéndole más sexy aún. Continuando con los labios simétricos y terminando por el mentón marcado.

Cerré los ojos guardándome su imagen en mi mente.

-Sabionda.

Disfruté del sonido de su voz grave que se metió por mis tímpanos incrustándose en el cerebro.

-Hades.-Abrí los ojos levantándome muy deprisa. Me quedé quita analizando mis movimientos. Estiré la mano derecha posandola sobre su mejilla.-¡Eres malditamente hermoso!

Él, sonrió.

-Deberias mirarte al espejo.

Me llevó hasta el baño.

Mi piel era extremadamente pálida.

Mis labios lucían encarnados y mis ojos de un penetrante rojo que a cualquier mortal le daria miedo observarme durante más de un segundo.

-Con el tiempo te cambiará el color.

-No me importa.-Volví a clavar la vista en él.-Me encantan.

-No sabes lo preocupado que he estado, ¡pensaba que te había matado!

Reí exhibiendo mis colmillos.

-Lo escuché todo.

-¿Cómo te encuentras?

-Muerta-Le guiñé un ojo-Maravillosamente muerta.

Me giré contemplando la marca que tenía en el cuello gracias a cuando él me mordió clavando sus dientes en mi piel como si fuese papel, fácil de romper.

-¿No sientes nada?-Inquirió

-Si...-Asentí bajando mi mano hasta su pecho y pegándole a la pared.-Deseo por tí.

Busqué desesperada su boca, saboreando su aliento helado.

Ya no hacía falta que tuviese cuidado conmigo ni evitar cualquier movimiento brusco.

Su temperatura y la mía eran iguales.

Él me separó sin ejercer presión.

-No quiero perder el control...-Repasó mis labios con la yema de sus dedos.

-¿De qué tienes miedo?

-De tu fuerza-Respondió inclinándose hasta quedar a mí altura.-Ahora podrías hacer mis huesos trizas y yo me dejaría encantado.

-¿Entonces?-Tiré de él.

-¿No tienes hambre?

-¡No me cambies de tema, Carlisle Cullen!-Protesté enfadandome.

Aunque aquello duró poco, porque algo dentro de mí se activó.

La sed me inundó, notando enseguida una quemazón que me subía por la garganta.

Él esperaba mi reacción con las cejas alzadas.

-¿Vamos de caza?

La sola idea de hacerlo juntos, como una pareja se me antojaba. Y a la vez me inquietaba.

-Yo no sé...

-Te enseño.

-No quiero perder los estribos y enfrentarme a ti.

Él me abrazó.

-No va a pasar nada.-Posó un dedo bajo mi mentón-¡Además, ya tengo experiencia con neófitos!

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⏰ Última actualización: May 30 ⏰

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