En su despacho, él y yo a solas; parecía el escenario ideal para comerte un asesinato y que nadie pillase al culpable nunca.
No le sería muy difícil deshacerse de mi cadáver e incluso se me ocurrían muchas maneras.
Sacudí la cabeza.
Él no tenía pinta de ser un criminal aunque su naturaleza dijese todo lo contrario.
Intuía que algo sabía y que tal vez estuviese esperando alguna reacción lógica por mi parte.
Carlisle, continuaba pegado a la pared con sus ojos afilados igual que dos espadas sobre mí.
–Esto roza el terror, como en las películas.
Frunció el ceño sin comprender.
–Comienza por donde quieras.
–¿Me vas a poner límites?–Inquirí–Me refiero, a que sí va a ver algún tema que no deba tocar o tú no hablar de ello.
–Llegados a este punto, no tendría sentido que hiciese tal cosa.
Asentí, yendo a por lo que más circulaba en los pasillos de mis pensamientos.–Te alimentas de sangre–Murmuré.
–¡Empezando fuerte!–Rió–Sí–Afirmó–Aunque para llegar a eso has tenido que dar con algo importante antes.
Parecía querer esquivar la palabra para que únicamente saliese de mi boca.
–Los vampiros se alimentan de la sangre de sus víctimas.
–El tener a uno enfrente de tí, ¿no te da pánico?
–Deberia, no lo niego.–Hice una pausa–Pero soy tan idiota que prefiero que me mates a tener que alejarme de tí.
–¿Has tenido pareja anteriormente?–Preguntó curioso.
–No–Negué–Si que me han gustado chicos, pero la casualidad nunca estuvo de mi lado–Confesé–Contigo es diferente.
–Asi me siento yo–Avanzó un poco en mi dirección–Veia a parejas cada día en la universidad, trabajo, calle, mi casa... Y no entendía esa felicidad o las ganas de querer estar con esa persona constantemente.–Me miró captando mi atención–Hasta que te conocí.
–Era una niña.
–Habíamos decidido ir a Londres unos días de vacaciones. El clima, la lluvia constante, era perfecto.
«Me enteré que en el hospital donde te atendí necesitaban ayuda porque había médicos que estaban de huelga, así que amablemente presté mis conocimientos y nadie opuso ningún impedimento.
Como me encantan los niños, decidí ocuparme de tí primero.
Al mirarte, con ese rostro tan inocente, bello y realmente astuta, algo en mí se desmoronó.
Rompiste las barreras de mi defensa, yo que por siglos había aprendido a convivir con la soledad, encantado de ir formando una familia, criando a mis hijos de manera individual, apareces tú, consiguiendo que eso me pareciese poco y deseándote como a nadie en este planeta.
El único problema es que eras una cría y la diferencia de edad, muy grande.
Aparte de ser un delito y hasta con pena de prisión.
Sin necesidad de que contase nada, Edward supo que algo me pasaba. Luego, Alice observó el futuro en sus visiones pero no quiso decirme palabra.
Tomé distancia, volviendo a Estados Unidos.
Tú continuarías con tu vida tranquilamente y hasta era probable que te olvidases de mí.
Sin embargo, yo me había quedado con tu nombre.
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El dulce sabor de La Sangre
RomanceDicen que el amor es un crimen, lleno de locura, que no puede realizarse sin un cómplice, que tenga el mismo problema mental que tú. Y eso me pasó a mí. ᚓᚓᚓᚓᚓᚓᚓᚓᚓᚓᚓᚓᚓ Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer, excepto algunos que me invento yo...