Capítulo X

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-¿Dónde se supone que voy a meter tanta ropa?

Alice, había decidido cambiar mi estilismo completamente, después de presentarse en casa de los Turner, ganándose la confianza al segundo de toda la familia.

Hasta se entretuvo haciendo peinados a la pequeña Irish.

También aconsejó a Daniel y Meadow, cambiar algunos muebles de sitio para que se viese más amplio, el salón, las habitaciones y el comedor.

Anduvo por la casa como si fuese la suya propia sin necesidad de que nadie le hiciese un tour indicándole en que sitio estaba cada cosa.

Por otro lado, Dan y su mujer, no se terminaban de acostumbrar, observando a los Cullen rondando por allí. Claro que, ninguno de los dos contaba con una alegre Alice que llamaba al timbre y los tuteaba, sin esperar a que ellos mismos le diesen permiso para hacerlo.

-¡Hola Daniel!-Saludó-¡Soy Alice Cullen!

Ella le dio dos besos y pasó dentro, a pesar de que Dan ni siquiera había echo el amago de moverse a un lado.

Él, no pudo resistirse a los encantos de Alice que incluso, le indicaba como trabajar para atraer a más clientes en el restaurante.

Algunas noches, Carlisle me sorprendía, entrando en mi habitación, sin hacer ruido alguno y quedándose toda la noche conmigo.

El primer día que apareció, yo había llegado reventada porque además, decidí ayudar a Meadow porque no daban abasto con las personas. Sí a eso le sumas una traviesa Irish, que se le podía acabar la paciencia en cualquier momento, el desastre reinaría en el lugar.

Salí del baño, únicamente con una toalla que envolvía mi cuerpo y otra con la que andaba secando el cabello.

Me quedé petrificada cuando le vi, apoyado en la pared cual estatua en plena rotonda.

-¡Perfecta!-Sonrió-Aunque creo que vas a tener frío.

Cerré la puerta.

-¿Qué haces aquí?-Pregunté caminando hacia él-¡Nos pueden pillar!

Carlisle, frunció el ceño.

-¿Suelen entrar en tu habitación cuándo les da la gana?

-¡No!-Negué-Antes llaman a la puerta, ¡menos Irish!

-Tranquila-Paso una mano por mi espalda-Oigo mil veces mejor que tú, por lo que estaré al tanto por si se acerca alguien.

-¿Acabas de insinuar que estoy sorda?

-El oído humano es capaz de percibir varias frecuencias de sonido, como por ejemplo una motosierra, a la vez que pasan la aspiradora, el claxon de un coche, la presentadora informando de las noticias en la tele... Y todo eso eres capaz de diferenciarlo.-Explicó-Pues yo, lo junto y multiplico.-Sus ojos amarillos me atraparon-Porque oigo lo que pasa en el bosque, en las casas de los vecinos, a unos policías detener al delincuente que andaban persiguiendo.

-Y a la vez tu mente estará en quinientos sitios diferentes.

Asintió, nclinándose.-Hueles muy bien.

Me mordí el labio.

-Es...el...champú-Dije entrecortadamente.

Pero perfectamente sabía qué, su olfato desarrollado, como el resto de los sentidos, notaban el rumbo de la sangre, que sacaban las arterias, circulando por todo mi cuerpo.

Sus labios se posaron sobre mi hombro, subiendo por el cuello.

No me hacía la idea de hasta que punto él se controlaba, sufriendo, aunque no lo mostrase, por no poder beber mi sangre.

El dulce sabor de La SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora