-¡Joder!-Grité
Salí corriendo hacia el baño.
Carlisle, que se encontraba en el salón, jugando con Irish, mientras sus padres disfrutaban del día libre que tenían para ellos solos, se alarmó.
Fui yo quien insistí en quedarme con la pequeña de la casa, recalcando que debían dedicarse tiempo como pareja. De alguna manera intuía que Irish no le dejaba intimidad a sus progenitores. Sí a eso se le sumaba el trabajo también y lo cansados que acabarían tras una jornada intensa...
-Irish es incasable-Me advirtió Meadow.
Por sus palabras, parecía que acababa de conocerlos.
-Mis hermanos son peores que ella.
Subí tan rápido como pude las escaleras para coger el móvil y llamar a cierto doctor que prefirió dejar nuestra conversación sobre Los Vulturi en el aire.
Él no tardó en responder aceptando.
Había comprobado de primera mano, que a Carlisle le fascinaban los niños, pasándolo en grande con ellos.
No dudaba en complacer los caprichos de estos siempre que estuviera a su alcance, como lanzar a Irish por los aires, ver dibujos con ella o simplemente fingir que comía y que le gustaba lo que tenía en el plato.
-¡Déjame pasar!
-¡No!
La sangre no dejaba de salir por mi dedo, manchando todo el lavabo de rojo.
-¡Entonces tiraré la puerta abajo!
Lo cual no era muy difícil para él, teniendo en cuenta su fuerza física.
Accedí, quitando el cerrojo.
-No quiero hacértelo pasar mal-Susurre.
-Soy médico-Se arremangó las mangas de la camisa azul celeste que se adhería perfectamente a su cuerpo-He visto de todo en mis largos años.
-Mi sangre...
Tan apetitosa para él, más que la de cualquier otro humano.
-No te voy a negar que estoy muriendo por dentro al querer probarla.
Tragué saliva observando como sus ojos se oscurecían.
Cogió gasas que había en el armario de las medicinas para detener la hemorragia.
Posé la mano libre sobre su mejilla.
Él inclinó la cabeza, deleitándose por la calidez de mi piel sobre la suya invernal y gélida cual Glaciación.
En ese momento mi cuerpo actuó solo, tirando de Carlisle, que no opuso resistencia, buscando sus labios con desesperación.
Él se dejó llevar, pegandome contra la pared pero teniendo cuidado de no hacerme daño.
Solté un gemido cuando su boca fue bajando lentamente por mi cuello y sus manos subían mi camiseta a la vez que él se agachaba, quedando a la altura de mi cintura.
Su lengua recorrió mi vientre hasta llegar al borde del pantalón.
Ahí se detuvo, mirándome.
Sus pupilas estaban dilatadas a causa de la excitación.
-No creo que sea el lugar adecuado para...
-¿No me deseas?-Pregunté con la respiración entrecortada.
-Demasiado-Contestó, desabrochando el cinturón. Con un giro de muñeca se metió dentro de mis bragas-Pero no olvides que soy un vampiro.-Musitó haciendo énfasis en lo último.
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El dulce sabor de La Sangre
RomanceDicen que el amor es un crimen, lleno de locura, que no puede realizarse sin un cómplice, que tenga el mismo problema mental que tú. Y eso me pasó a mí. ᚓᚓᚓᚓᚓᚓᚓᚓᚓᚓᚓᚓᚓ Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer, excepto algunos que me invento yo...