Capítulo XVIII

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Carlisle, abrió la bolsita despacio y con delicadeza.

Sus ojos iban de Alice a mí sin prestar atención a lo que hacía; hasta que sacó el predictor. Era médico y aunque no lo fuese, no había que ser muy inteligente para explicarle de que se trataba el objeto que tenía en su mano.

Palideció, más de lo que ya lo estaba normalmente.

Contempló durante unos minutos, sin respirar ni moverse, el positivo.

Lo siguiente fue un body blanco, con un elefante pequeño y varios animales de fondo. Abajo de este, ponía en cursiva daddy.

–Es para recién nacido–Dijo Alice.

–Me imagino–Replicó él.–He visto casos en los que una mujer se ha quedado embarazada de un cadáver.

–Practicamente estáis en la misma situación–Interrumpió.

La fulminé con la mirada.

–¿Pero un vampiro?

–No dejas de ser un hombre y por lo tanto produces espermatozoides–Expliqué.

–¡Sabionda!

Me levantó un poco la camiseta para meter la cabeza dentro y rozar con sus labios mi vientre.

Me agradó la sensación de frío contra mi piel.

–¿Tú quieres tener al bebé?–Preguntó–Yo haré lo que tú decidas.

Debía de ser del tamaño de un grano de arroz y ya le había llamado bebé.

Siempre pensé que tener un hijo no era conser y cantar.

La llegada de un nuevo miembro en la familia suponía más gastos, aparte de mantener una economía estable y una residencia fija, ya que no me parecía muy lógico estar como una peonza, cambiando de ciudad o país mientras el bebé iba creciendo.

Algo que no se aplicaba a los Cullen, que andaban de un lado hacia otro intentando no levantar sospechas acerca de su eterna juventud.

Pero si tenía claro una cosa, es que me había quedado embarazada del hombre al que amaba, aunque no fuese planeado y tal vez, un poco pronto.

–Creo...que le he cogido cariño a alguien que no conozco–Musité.

–¿Alguno ha caído en la cuenta de que puede estar embarazada de dos?–Inquirió Cody, avanzando hacia nosotros.

Me alegré verle mejor que yo, con rastros de pintura por los brazos y el pelo alborotado.

Alice y él se abrazaron como si no se hubiesen visto en años.

–¿Dos?–Alice se separó de Cody, confusa.

–Si–Afirmó Carlisle–Es hereditario.–Aclaró–Partiendo de la base de que sus padres tienen antecedentes, ella podría egendrar gemelos o mellizos.

–¿Y sus hermanos?

–Los genes tiran más hacia las mujeres.

Todos escucharon mi estómago rugir en busca de algún alimento.

–Hay comida de sobra–Sonrió Cody.

Me sonrojé deseando esconder mi rostro como Carlisle.

En las siguientes horas, Alice compró unos billetes para el primer avión que saliese hacia Estados Unidos.

Había que poner al tanto al resto de los Cullen y marcharse antes de que yo no pudiese viajar.

Durante el vuelo, me levanté un par de veces hacia el baño. Carlisle me acompañaba, sujetándome el pelo. Después me pasaba el cepillo de dientes y la pasta para que no me quedase ese horrible sabor en la boca.

El dulce sabor de La SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora