Capítulo XVII

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Me removí inquieta, hasta que me desperté de golpe, gritando a todo pulmón.

-Tranquila.

La voz de él me devolvió a la realidad, calmandome poco a poco.

Su mano subía y bajaba por mi espalda.

-¿Qué me he perdido?-Pregunté confusa.

-Tu cuerpo ya no pudo más-Comenzó-Demasiado tiempo sin dormir.

«Rehicimos el camino para llegar a Roma.

Tú y yo fuimos con el amigo de Alice, que se hizo viejo esperandonos de nuevo, pero le fue fiel a ella. En mi opinión, si le pide ser taxista por toda Europa, acepta sin explicación alguna.

A Cody, se lo llevó Alice en el Lamborghini, ya que él necesitaba que alguien decente le contase lo que de verdad pasaba.

Aparte, tenía que comer algo.

Mi hija creyó que una Coca-Cola le haría sentir como nuevo.

Ya en el coche parecía que estabas de cuerpo presente pero lo que es de mente... Tu mente andaría en alguna parte del universo intentando encajar todo lo de Los Vulturi.

Una vez en Roma, nada más pisar el suelo, te empezaste a tambalear.

Así en simple vista pensé que podía ser un bajo de tensión, problemas en el oído interno, efecto de algún medicamento o lo más probable, cansancio acumulado.

Reservé una habitación en el hotel más cercano. Después, pedí que te trajeran todo tipo de comida. Intenté que te llevases bocado a la boca. Fue poca cosa, pero terminaste vomitando.

Ahí ya me preocupé más, si ya lo estaba poco, por tu salud.

Barajé otras posibilidades: alergia a los alimentos, infección intestinal, un virus, incluso una intoxicación.

Iba a ir a poner una reclamación al servicio de habitaciones, pero entonces apareció Alice, deteniéndome.

No sé como me dejé convencer por ella de que realmente no te ocurría nada grave. Supongo que algo vio en sus visiones, aunque no me dijo ni una palabra.

El caso, se quedó ella un rato contigo, echándome de allí.

Cuando salió, ya te habías desmayado.

Pasaban las horas y no despertabas.

Como buen médico, sé de sobra que un síncope no dura más de unos minutos.

Algo raro en mí es perder la serenidad.

Pues por primera vez en todos mis años de carrera y trabajo, alguien iba a conseguir que fallase en mi diagnóstico.

Tú.

Me volví paranoico, dando vueltas por toda la habitación, subiéndome por las paredes, controlando mi fuerza para no destrozar aquello y buscarnos un lío innecesario con la policía italiana...

Alice, propuso volver a Inglaterra.

Cody, lo negó inmediatamente.

Confesó, que no tiene ni idea de que manera enfrentar los interrogantes del otro gemelo.

El duende de la familia que no deja de sorprenderme nunca, sacó de su mochila un mapa, dejando claro que ya había contemplado esa posibilidad.

Entre los destinos se encontraban: Irlanda, Escocia, Francia y Austria.

El penúltimo, lo descartamos enseguida ya que no queríamos levantar más sospechas ni generar malos entendidos.

Cuanto menos personas, mejor.

El dulce sabor de La SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora