Jueves, 1° de septiembre

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Parece ser que la temporada de lluvias finalmente ha terminado, porque llevamos varios días soleados, sin rastro de nubes en el cielo.

Estoy en mi habitación, sentado frente a mi escritorio, con los libros y apuntes desparramados por toda la mesa. He avanzado un par de ejercicios de matemáticas, pero me siento incapaz de terminar con los que me faltan. Así que ahí estoy, con la ventana abierta, esperando mi vecino (o vecina, pues seguramente se trate de la princesita que vive al otro lado de la barda) inicie con su sesión de piano del día.

Fiel a la costumbre, no tarda mucho para que una nueva pieza se cuele por la ventana y suene suavemente por toda mi habitación. Vuelvo a tomar el lápiz, y me pongo a ello.

La pieza de hoy es un poco más rápida. Alegre. No sé cómo lo hace, pero me infunde energía. Antes de que me dé cuenta ya he terminado con los ejercicios de matemáticas, y como en esta ocasión no tengo ninguna otra tarea pendiente, puedo soltar el lápiz y limitarme a disfrutar de la melodía. Del clima. De la tarde.

Sin embargo, en esta ocasión, algo llama mi atención. He mirado la ventana por el rabillo del ojo, y veo una figura en la terraza del segundo piso del vecino. El pianista.

No es una chica. Mis ensoñaciones de que en aquella hermosa casa vive una pequeña princesa igual de hermosa se desvanecen, y en vez de ello, veo a un chico vistiendo pantalones marrones, camisa blanca y un chaleco caqui.

Definitivamente ha terminado la temporada de lluvias porque el piano, un enorme piano, se encuentra en aquella terraza. No conozco nada de pianos. Solo sé que es grande, y tiene lo que parece ser la tapa, ligeramente levantada. ¿Es esto lo que llaman un piano de cola? Desde donde me encuentro, lo único que puedo decir con seguridad es que el piano es de color negro. El banquillo donde está sentado el pianista también.

Con la vista del hermoso jardín que tiene a sus pies, así como la puesta de sol que poco a poco nos rodea, el paisaje parece sacado de una postal. Acerco mi silla a la ventana, y me apoyo en el alfeizar. Cierro los ojos, simplemente dejándome llevar por la melodía.

Aproximadamente media hora más tarde, lo que sea que esté tocando termina, y yo vuelvo a abrir los ojos. El pianista se encuentra cubriendo las teclas del piano, y tras ponerse de pie, se gira para acomodar el banquillo, con lo que finalmente puedo verle rostro.

Es el chico de la escuela, Kim... ¿Cómo dijeron mis amigos se llama? Hago un esfuerzo para recordar.

Kim Doyoung. Tercer año.

-Vaya... -susurro por lo bajo, mientras lo veo entrar a la casa.

Quién diría al chico molestan en el colegio es mi vecino.

Quién diría al chico molestan en el colegio es mi vecino

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Cosas que nadie vio venir, dijo nadie nunca~

Ribo~

El Pianista [DoHwan/HwanYoungz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora