Jueves, 27 de octubre

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No he estado yendo a casa de Doyoung tan seguido como me hubiese gustado.

Debido a que he estado yendo prácticamente diario, durante las dos últimas semanas, he descuidado bastante los estudios. Me ha tocado escucharlo desde mi habitación, con la cabeza enterrada en los libros y apuntes, tratando de ponerme al corriente con todas las tareas. No tengo la menor idea de los nombres de las últimas piezas que ha tocado. Sé que puedo preguntarle en la escuela, durante el almuerzo, o mientras caminamos por las tardes para volver a casa, pero no es lo mismo: tengo esta creencia de que, si no me dice el nombre instantes después de terminarla y segundos antes de tocarla nuevamente, no logro asimilar el nombre con la melodía.

Estoy sufriendo por culpa de estos problemas de matemáticas, que no puedo evitar mirar al reloj cada cierto tiempo: Doyoung no debe tardar en empezar a tocar. Lo que sea que escoja para interpretar hoy, lo necesito, de lo contrario los problemas de matemáticas van a terminar de comerme el cerebro, y me volveré un gusano idiota.

Pero pasan los minutos, pasan las horas, y no se escucha el ruido del piano. Me pregunto si tiene que ver con la manera en que le ha sangrado la nariz durante la hora del almuerzo, la semana pasada. Quizá se habrá enfermado. Faltó al colegio lunes y martes, y durante los días que comimos juntos el almuerzo, ha comido menos de lo usual, lo cual ya es decir mucho.

O quizá que él también está ocupado con las tareas. Hago mi mejor esfuerzo para no salir corriendo a su casa y preguntar qué ha pasado, si se encuentra bien y necesita algo, o peor aún, de asomarme a mi ventana y gritar desde allí "!¿Dónde estás?!" como si pudiese escucharme con la puerta de la terraza cerrada, y me limito a hacer mi mejor esfuerzo para terminar con la tarea.

Para cuando pongo el resultado final al último de los problemas de matemáticas, el sol ya se está poniendo. Ligeramente molesto y estresado, me asomo a la ventana. Y me recibe un paisaje diferente.

El jardín de los Kim sigue igual. Flores, arbustos, árboles. Aquellos caminitos del mismo color y material de la piedra con la que está hecha la fuente y los banquillos. Aquellas esculturas que parecen ser de mármol. Lo que es diferente es la terraza. No hay ningún piano.

Se me encoge el estómago. Estoy a punto de salir corriendo a casa de los Kim, cuando la voz de mi mamá, proveniente del primer piso, frustra mis planes:

-¡Junghwan, a cenar!

Y no me queda de otra más que obedecer.

Espero su fin de semana hay ido mejor que el mío

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Espero su fin de semana hay ido mejor que el mío.

Ribo~

El Pianista [DoHwan/HwanYoungz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora