Viernes, 26 de agosto

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Durante toda la semana tres cosas ocurrieron de manera constante.

1, la lluvia. A veces a cántaros, a veces solo chispas, pero no ha dejado de llover ni un minuto durante los últimos tres días.

2, la tarea. Para ser la primera semana del curso, ha sido una semana pesada. He pasado todas las tardes sentado frente a mi escritorio, resolviendo problemas de matemáticas, ejercicios de biología, redactando ensayos para lengua, aprendiendo fechas para historia...

Y la 3, el piano. Extrañamente, es como si el universo supiera aquello era justo lo que necesitaba, a pesar de que hasta hace apenas seis días yo no era consciente de que me gustaba el piano.

Un momento estoy abrumado por toda la tarea que aún tengo que hacer, y al siguiente, una nueva melodía entra por mi ventana, y me transmite la paz y serenidad necesaria para aclarar mi mente y poder continuar con todas las tareas.

La melodía me acompaña siempre por un período de una, a dos horas. Hay veces que termino la tarea y puedo simplemente quedarme sentado frente al escritorio, con los ojos cerrados, dejando que la música me llene. En otras ocasiones la música termina antes de que lo haga yo, y no me queda de otra más que dejar los deberes incompletos, pues siento que sin cualquiera que sea aquella pieza de música clásica, simplemente no puedo concentrarme.

El viernes, al finalizar las clases, mis nuevos amigos y yo estamos en el área de casilleros, dejándonos todos los libros y apuntes, porque nuestros planes del fin de semana no involucran hacer tareas: saliendo del colegio, nuestro destino es el PC café, donde esperamos pasar mínimo seis horas sentados frente a la computadora, jugando videojuegos, al tiempo que comemos chucherías.

Estoy terminando de guardar los libros, cuando lo veo. El chico delgado del otro día. Aquel castaño también se está dejando los cuadernos, cuando una vez más, el bravucón finge tropezarse con él, y provoca se golpee el rostro con la puerta del casillero.

-Ah, perdona Kim –repite nuevamente, conteniendo la risa-. No te vi.

El chico no responde. Se toma un momento para respirar profundamente, calmando lo que sea que esté sintiendo (¿Está enojado? ¿Triste? ¿Dolido?), y una vez que el bravucón y sus amigos se marchan, procede a continuar guardando sus cosas en su casillero.

-¿Listo? –uno de mis amigos me hace respingar.

-¿Sabes cómo se llama?

Apunto al chico. Mis amigos se giran para mirarlo. Lo piensan por un instante, y al final, uno de ellos es quien me responde:

-Kim Doyoung. Va en su último año. No suele hablar con nadie, así que no se nada más.

- ¿Listos? –pregunta mi otro amigo, intentando aligerar el ambiente porque pese a que todo mundo finge no haber visto nada, la verdad es que todos vimos lo ocurrido-. Vámonos.

Y sin oportunidad de decir nada más, me llevan fuera del colegio, en dirección al PC café.

Y sin oportunidad de decir nada más, me llevan fuera del colegio, en dirección al PC café

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Ya casi, ya casi~~

El Pianista [DoHwan/HwanYoungz]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora